El ejercicio del lenguaje como experiencia estética es una de las grandes riquezas que la literatura ofrece. Palimsestos, anagramas...y relatos con el tiempo que retrocede son actividades que el ludismo literario otorga a quienes, genialmente, logran desarrollarlo. Les anoto este cuento que leí en un blog de literatura y que éste a su vez extrajo de una antología de Tusques Editores. Disfrútenlo:
Un feliz regreso
A las cuatro en punto sus manos fueron liberando el cuello de la mujer. Luego le abrochó la blusa roja aún manchada de barro, mientras ella abría sus mortecinos ojos. Después la cogió de los brazos y la arrastró por un lodazal, insensible a sus agonizantes súplicas, hasta alcanzar el taxi. Tras un blando forcejeo, a las cuatro menos cuarto la introducía en el maletero y arrancaba el coche. A las tres y media se detenía a la entrada de un camino. Antes de cambiarla al asiento trasero, el taxista la golpeó con saña en la cabeza. A las tres y cuarto llegaban ala ciudad. Poco a poco la mujer recuperaba la calma y la pulcritud de su aspecto físico. A las tres el taxi se paraba ante la verja de una casa y la mujer descendía del coche con una sonrisa nerviosa pero no exenta de cortesía. A las tres menos cuarto se ponía una blusa roja y a las dos y media telefoneaba a su marido. Ahora mismo iba a verlo a la fábrica, acababa de recibir una inquietante llamada y tenía miedo. A las dos y cuarto una voz anónima le comunicaba que con toda seguridad a las cuatro en punto estaría muerta.
Francisco Corrales Fernández. De Galerías de Hiperbreves. (Tusques Editores)
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