viernes, 28 de marzo de 2014

VENEZOLANOS CONGRUENTES



Guadalupe I Carrillo T

    Hoy los supuestos líderes políticos reprimen comportamientos, dictan directrices a seguir, ejemplos dignos de sermones callejeros, pero les falta el ingrediente que le da consistencia a aquello que podría sonar hueco: la autenticidad y la congruencia. Nada legitima con mayor autoridad la vida de los seres humanos que la veracidad de lo que viven, donde no se lastima al otro, donde la certeza es la consigna inmediata que nunca se debilita,  donde podemos mostrar sin tapujos lo que somos o lo que  queremos de nosotros.

   El pueblo venezolano que hoy continúa en pie de guerra me ha dado una gran lección. Pensé que los ideales terminaban cuando tu vida o tu libertad corría peligro. Creí que hay límites para los riesgos; que sobre todo se impone el instinto de supervivencia. Estaba equivocada. Mi país está abarrotado de compatriotas blindados de convicción y de coherencia.

   Hoy el TSJ de Venezuela rechazó la apelación de los abogados de Leopoldo López quienes pedían su excarcelación inmediata. María Corina Machado regresó de su viaje a Perú rodeada de diputados peruanos que fungieron literalmente como escudos humanos para protegerla del linchamiento que le ha urdido la Asamblea Nacional de mayoría chavista. Ambos personajes son, o los han convertido, en héroes nacionales. De esa mitad de nación que hace mes y medio grita  con ahínco su desesperanza entre avenidas y calles de todo el país. Sus voces son heridas que supuran derrotas; hay una mueca generalizada que dice “hasta aquí”, que no aguanta más.

   Pero me detengo en estos héroes, los visibles y los que han colocado en primera fila a pesar de su anonimato inicial. Él preso; solitariamente preso. ¿Y el drama familiar? El niño de un año que apenas tambalea sus primeros pasos; la pequeña que cree que su papá puede estar de nuevo de gira; la esposa con el gesto irremediable de tristeza colmada. En el chavismo no hay escrúpulos; Leopoldo López puede ser un nuevo Simonovis. La eternidad empapela las paredes de las cárceles venezolanas.
   María Corina todavía va y viene; ¿hasta cuándo podrá hacerlo? ¿En qué segundo se detendrán las manecillas de ese reloj que se llama “arbitrariedad chavista” para que su esperanza quede confinada  a cuatro paredes? Cualquiera en su lugar habría impuesto la razón que avizora otros derroteros. Alternativas como “me voy del país” o “la justicia es la gran ausente, buscaré otras salidas, otros territorios libres; lucharé desde fuera”. No lo hacen. En ellos no solo hay compromiso, hay una única opción y la tomaron hace ya años. Esa opción se llama “futuro para Venezuela”. No han sido suficiente los golpes, las descalificaciones públicas, la humillación machista que alguna vez dijo  a María Corina que “águila no mata mosca”. Ella irá al paredón de la injusticia con la frente en alto.

   Lo mismo ocurre con nuestros estudiantes caídos. O con esos que aún tienen aliento para decir: “no salgo de la calle; prefiero luchar hasta morir”. Son muchachos que dejaron sus sueños derramados en aceras y barricadas; sin atisbo de dudas, se mantendrá ahí quién sabe hasta cuándo.  La congruencia no solo tiene trono hoy en Venezuela; tiene nombres y apellidos. Que nadie le amordace la valentía; que esté ahí como un presente continuo, como un clamor sin fin.