viernes, 9 de junio de 2023

CRÓNICA DE UNA VOTACIÓN QUE HIZO HISTORIA

 


CRÓNICA DE UNA VOTACIÓN QUE HIZO HISTORIA


Hace 24 años llegué a México a realizar mi doctorado; regularicé mi fórmula migratoria y a partir de entonces trabajo en la Universidad Autónoma del Estado de México, en la ciudad de Toluca. Años más tarde, en septiembre del 2006 recibí mi carta de naturalización  que había tramitado meses antes y desde entonces he ejercido mi derecho al voto.

 

   Recientemente, este  pasado domingo 4 de junio, se desarrollaron las elecciones a gobernador en el Estado de México donde vivo y trabajo. Se trataba de un evento histórico por las condiciones inéditas que se presentaban: por primera vez hubo solo dos candidatas mujeres, Delfina Gómez, por el partido MORENA, el Partido del Trabajo y el Verde Ecologista,  y Alejandra del Moral, representando una mega coalición (PRI, PAN, PRD, NUEVA ALIANZA). Como es sabido por los mexicanos, el PRI, Partido Revolucionario Institucional, ha gobernado el Estado de México por 94 años ininterrumpidos y en esta ocasión el rumor a gritos de los ciudadanos nos decía que llevaba la ventaja la candidata opositora, es decir, Delfina Gómez. La expectativa de un cambio encendía no solo las alertas de los gobernantes, sino también  la de esa ciudadanía que anhelaba la alternancia tantas veces esperada.

 

   En ese tenor, a principios de abril, representantes del INE visitaban los predios de la Cañada de Alférez, lugar donde vivo desde hace 16 años. Buscaban las viviendas de las personas que habían sido seleccionadas para ser representantes de Casilla. Una empleada del Instituto, de unos treinta y cinco años de edad, tocó a la puerta de mi casa y me preguntó por una dirección y por el nombre de un vecino que no conocía. El lugar del que me hablaba está en la calle de enfrente a la nuestra así que la encaminé a su destino. Era un sábado y Samuel, mi esposo que es mexicano, y yo estábamos en el jardín disfrutando de una mañana soleada, de esas mágicas que nos regalan constantemente las montañas.

 

    Aproximadamente dos horas después, la misma empleada se acercaba a Samuel para verificar que Guadalupe Isabel Carrillo Torea vivía allí. Yo era de las escogidas para formar parte de los funcionarios de casilla. Conversamos un rato, preguntó si aceptaría participar, me pidió datos de mi formación, de mi trabajo…me sentí realmente halagada, si bien estoy naturalizada desde hace más de una década, nunca había tenido esta experiencia. En ocasiones sentimos, como extranjeros que el nacional puede llegar a sentir rechazo de que alguien no nacido en el país comparta de manera directa un evento que concierne solo a los mexicanos. Pero no fue así, mi naturalización me acreditaba para participar en cualquiera de las funciones: o presidenta o secretaria o escrutadora.

 

   Ser extranjero va moldeando en nosotros el sentido de la extrañeza, de ese otro del que tanto se reflexiona en pasillos universitarios. Hablamos el mismo idioma, pertenecemos al mismo continente pero nuestra raíz es otra y se nota en tu acento al hablar, en la manera de relacionarte en el afecto, hasta en el contacto físico. La presencia del Caribe en tierras venezolanas ha hecho de nosotros personas cercanas, que abrazan y besan con facilidad. La alegría caribeña es contagiosa; el mar que baña nuestras costas muestra también la apertura del corazón que recibe incluso al desconocido.

 

    Sin embargo el tiempo te dice que no siempre serás aceptado en otros territorios. Los gestos de xenofobia pueden surgir cuando menos lo esperas, y lastiman a quien lo padece. Llegué a pensar que al escucharme hablar, los votantes que se acercaran a las urnas podrían tener algún comentario de rechazo por mi presencia. No hubo un solo gesto de antipatía ni cuando hicimos reuniones, simulacros o cualquier comentario en el chat que la representante creó. Al contrario, mi perfil profesional agradó mucho a Nancy, representante del INE;  meses después recibí el nombramiento como Presidenta de la Casilla. Otra alegría más, me distinguían con el máximo nombramiento a mí, extranjera que ha vivido en la piel qué es ser de otro lugar, y mexicana por adopción en este hermoso país que ha sabido abrir las puertas a quienes tomamos la dura decisión de partir a otros derroteros dejando atrás la raíz.

 

   Después de meses de espera,  y a unos días de haber recibido en mi casa todo el material de la votación ,  el 4 de junio llegó: a las siete y cuarto de la mañana me encontraba en la escuela primaria Benito Juárez. Llegaban al mismo tiempo Nancy y los demás miembros de la casilla. Íbamos con el ánimo en la piel porque se trataba de un evento trascendental. La novedad de este ejercicio electoral me interpelaba especialmente y quería hacerlo muy bien.

 

   A las ocho y cinco de la mañana se abrió la votación; como presidenta me habían indicado que debía mostrar la urna vacía a todos, representantes de partidos y funcionarios, y luego señalar en voz alta que todo comenzaba. Los votantes asistieron desde muy temprano; hubo una afluencia mayor a partir de las diez de la mañana, con pausas en las horas de comida (a partir de la una y media hasta las tres) pero incluso a un cuarto para las seis llegaron rezagados a emitir su voto.

Decenas de personas acudieron a votar por la próxima gobernadora del Estado de México, en el municipio de Metepec, el 4 de junio de 2023. 

   A las seis, también en voz alta, señalé que la votación había concluido. Nos acercamos a una de las aulas que la escuela había prestado para hacer el conteo. Allí una a una, como presidenta, fui abriendo las boletas, declaraba en voz alta para quién había sido el voto y lo pasaba a una de las escrutadoras que mostraba a todos el papel que lo verificaba. Fue un momento de mucha emoción, sentí que me prestaban la patria y entendí que esa patria  también era mía. La adopción es tan auténtica como aquello que recibes de nacimiento. Añado a esto la pulcritud de todo el proceso electoral. Mientras contábamos las papeletas delante de los representantes de partidos hubo un silencio respetuoso, casi ceremonial. En todo momento Nancy nos acompañó al conteo, aclarando dudas que se presentaban; después dimos paso al llenado de planillas que es laborioso y lento. La organización del IEEM (Instituto Nacional Electoral del Estado de México) fue ejemplar desde el entrenamiento que recibimos hasta el último minuto de la elección. En la Cañada ganó el PRI: 107 votos, seguido de MORENA con 91 votos. El PAN y el PRD tuvieron un mínimo de preferencias: unos 30 el PAN y unos 8 el PRD.

 

   Concluimos todo el proceso casi a las ocho de la noche, agotados pero contentos de ese cierre electoral ejemplar sin una sola incidencia que reportar.

 

Gracias, México, por demostrarme que también eres mi país.