miércoles, 22 de abril de 2015

Un recorrido por la "Geografía del dolor"

Guadalupe I Carrillo Torea

   La revisión de exámenes y la lectura de los avances de las tesis de posgrado son de las actividades más pesadas que realiza un académico. Lo reconozco, nos sentamos frente a los documentos y miramos el reloj cada dos minutos; pasamos las hojas y contamos cuántas nos faltan, para confirmar que aún quedan muchas páginas sin ser leídas, corregidas, asimiladas. Sin embargo este fin de semana tuve la fortuna de leer una tesis de maestría sobre el cine documental, el cortometraje de financiamiento alternativo que me proporcionó información valiosa que deseo compartirles.

   Me encanta el cine pero he leído poco sobre sus entrañas, sobre los procesos de producción, financiación y edición. Por ello la sorpresa fue mayor al encontrarme con los vínculos que se han creado entre periodistas, cineastas del cortometraje documental y la sociedad. En el año 2007 la periodista Marcela Turati, colaboradora de la revista Proceso y autora de varios libros entre los que cuenta Fuego Cruzado inicia un proyecto al que titula “Periodistas de a Pie”. Se trata de una organización que ha logrado agrupar a unos 87 periodistas – el noventa por ciento mujeres- que pretenden, según palabras de la misma Turati “Buscar la dimensión social en cualquier tipo de suceso noticioso y ponerle rostro humano a la noticia”.

   En su deambular como reportera que cubre eventos muchas veces considerados “indeseables” por su raíz trágica, por su vinculación con  el narco o de la violencia social, Turati se convenció de que ese mundo que debe denunciarse queda siempre en segundo plano. Los titulares son acaparados por los políticos y los empresarios; lo que se denuncia porque afecta a la sociedad con menos recursos, irá siempre en las páginas interiores.

   Cuando eres “periodista de a pie” y te has tropezado una y otra vez con el dolor de muchos, la sensibilidad se va convirtiendo en epidermis; eso ha pasado con Turati y su organización que pretenden “enfocar la información desde la perspectiva de derechos humanos”. En ese tenor, el grupo financió un documental de apenas 7 minutos y 25 segundos  titulado “Geografía del dolor” (http://youtu.be/kfWfkjBY12U) El documental fue realizado por Mónica González Islas y presentado en la Revista Milenio. Con él ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2011, en la categoría de Fotografía. Allí el espectador conocerá a Adela Alvarado, que trabaja como payasita y cuya hija Mónica desapareció el 14 de diciembre del 2004. Todavía está buscándola. También se encontrará con la desolación en la mirada de Salvador, que en 2008 desaparecieron a dos de sus hijos, Raúl y Salvador,  a quienes le escribe pancartas y postales viajeras; palabras que pretenden, con la evocación, traer al hijo, al hermano, al padre perdido en el marasmo de la violencia y la impunidad.

Esos seres queridos, esa familia es ahora fotografía, es memoria tenaz, adolorida. No hay diálogos, solo imágenes, palabras y una música de fondo que se percibe como una caricia que acompaña al desconsuelo. Mónica González Islas logra urdir historias que, empozadas en la tragedia, no muestran la abyección que las genera, sino la tristeza de una humanidad a quien pocos le tienden la mano. Un trabajo de extraordinaria factura documental, cuya realización no es solo denuncia, también, como ella lo señala, “homenaje y memoria”. El espectador sentirá la atmósfera de respeto y solidaridad; ese duelo que se llama ausencia, ese deseo incumplido y desgarradoramente presente.