viernes, 28 de agosto de 2015

¿Estudiar la felicidad?





Guadalupe Carrillo Torea


El canal de Noticias colombiano, NTN24, tan polémico por su sesgo político, es también un espacio para la reflexión, la cultura y el conocimiento universal. Uno de sus programas semanales titulado “Efecto Naim” es dirigido  por el venezolano Moisés Naim, residenciado desde hace décadas en Estado Unidos. Naim posee una trayectoria política y profesional de larga data. Es economista, escritor y columnista. Su programa goza de una diversidad temática envidiable. Cada tópico es abordado con un profesionalismo tan evidente que el espectador siente que no está frente a un improvisado charlatán.

   El día de ayer Moisés Naim presentó a  Carol Graham autora de numerosos estudios sobre la felicidad. Uno de sus últimos títulos La felicidad alrededor del mundo es una investigación acerca de los países cuyos habitantes se sienten más felices, independientemente si sus condiciones de vida o de confort sean las mejores o las peores. Como anfitrión Naim cuestiona a la investigadora acerca de cómo medir algo tan subjetivo y efímero. La respuesta de Graham iba orientada hacia el sentido común: “Las personas más felices son aquellas que cuentan con la capacidad humana de la adaptación frente a la adversidad”, también son aquellas que gozan del privilegio de poseer un “carácter positivo”. Por ello los datos que arrojó el proyecto de Graham sobre los lugares en donde se encuentran los más felices tiene una explicación: América Latina es el territorio donde hay más personas felices.

   Si, usted, querido lector, visita alguna isla caribeña o incluso las playas del caribe peninsular, no cuestionaría la afirmación de Graham. En esos lugares la cotidianidad está impregnada de una alegría inquebrantable. El trato afectuoso, el compadrazgo prematuro y la familiaridad son constantes que se deslizan como un lugar común. El clima tropical, además,  permite que el desasimiento material sea el ademán de la mayoría. A pesar de tratarse de ese “tercer mundo” del que muchos huyen; aun cuando los problemas sociales de pobreza, de inseguridad e impunidad parecieran asfixiarnos, hay una fisura imperceptible dentro de nosotros por donde entra el aire fresco de la esperanza y de la solidaridad. Quizás no sentirnos solos sea la mejor manera de alejarnos de la desolación.

   Graham fue más allá del carácter positivo, señaló que aquellos que se sienten más plenos son los altruistas, o los individuos que salen de sus círculos personales para dar de su tiempo, de sus recursos y, claro está, de su vida. Comparó esta manera de encontrar la felicidad con el llamado “Sueño Americano”, donde todo radica en el esfuerzo personal para amasar fortuna. Graham sostiene que los americanos ricos siguen apostando por este “sueño”, no así los pobres que viven el día a día, sin expectativas de un futuro mejor.

   El estudio de Graham es también propositivo. La estudiosa habla de una “economía del bienestar” que podríamos intentar llevar adelante en la medida en que ese bienestar sea una lúcida certeza en nuestras vidas.

  El tópico es complejo y está lleno de aristas y claroscuros. Sin embargo, dejando de lado la ingenuidad, y retomando las historias tejidas en nuestro continente, apuesto por él y por su posible “felicidad”.