Guadalupe I Carrillo Torea
Carmen
Aristegui está de nuevo en el ojo del huracán mediático. La noticia, con
repercusión internacional, cuenta cada día con un capítulo nuevo y
desafortunado. El lector estará al tanto de la controversia que se desató con
la empresa MVS y que resumiré brevemente: El equipo de Aristegui divulgó que
harían uso del portal Mexicoleaks, de
reciente creación, en el que se podrían consultar documentos de forma anónima.
Se trataba de una vía de acceso a la información seguro y de amplio espectro
informativo.
La marca MVS argumenta que no se les había
participado del uso de esta nueva fuente y que sentían que su empresa había
sido utilizada como apoyo comercial por el equipo de Aristegui, sin ninguna
autorización. Por absurdo que parezca, a partir de ese momento un vendaval de
agresiones y descalificaciones se apoderó de MVS y de sus directivos. El miércoles 11 de
marzo, en los espacios publicitarios del programa de noticias, se leyeron
desplegados en los que MVS se deslindaba no solo de la relación con Mexicoleaks,
sino también de la iniciativa del grupo de noticias. Los spots se publicaron
también en distintos periódicos nacionales; el tono airado de la empresa subía
sus decibeles y llegaba incluso a contradecirse. Inicialmente señalaron que no
formaban parte de Mexicoleaks, para después apuntalar que Mexicoleaks no era lo
importante, que “el problema obedece y se limita a la disposición indebida de
recursos, marcas y facultades de la empresa”[1].
Había un enojo superlativo cuya raíz
resultaba tan débil y tan insustancial que la misma Aristegui señaló que se
trataba de un “conflicto artificial”. Sin embargo MVS avanzó a trote desbordado
y el jueves 12 despidió a los periodistas Daniel Lizárraga e Irving Huerta,
miembros de la unidad de investigación del equipo de la periodista; casualmente
los dos que desarrollaron la investigación sobre la llamada Casa Blanca,
propiedad millonaria de la esposa del Presidente Enrique Peña Nieto y que
desató una oleada de críticas a nivel nacional e internacional hacia la pareja
presidencial.
Si la empresa contratante echa a dos de los miembros más importante de
tu equipo, cualquiera podría hacer una lectura clara de lo que se sugiere: un
despido indirecto para la directora.
Con la coherencia que la caracteriza,
Aristegui defendió públicamente a sus compañeros y el viernes 13 cerró su
programa expresando los mejores deseos para que hubiese una reconsideración por
parte de la empresa y un regreso de los miembros del grupo. Sin embargo el
domingo vino la estocada final: Aristegui y todo su equipo fue despedido de
MVS. A pesar de que había un contrato de por medio firmado en diciembre y que
los códigos de ética acordados por ambas partes resguardaban que los
procedimientos contaran con un mínimo de consideración, esta desapareció y dejó
al descubierto un campo de batalla en el que ha imperado el mal trato, el
desdén e incluso la patanería.
Aristegui presentó el día de ayer, jueves
20 de marzo, un comunicado en el que describe lo ocurrido, en el que manifiesta
su desconcierto y sugiere la intervención de manos poderosas en todo este
litigio. Se dirigió a la familia Vargas,
dueños de la empresa de comunicación, apelando a su cordura, a los años de
armónica colaboración laboral y diciendo, con claridad meridiana, que desea
volver, con todo su equipo, a las instalaciones de MVS.
Una hora después, el representante del grupo
Vargas leyó un comunicado en el que, categóricamente, le dice NO a la
periodista. Sus argumentos esgrimen altivez de parte de Aristegui, se quejan de
que ella les dio “ultimatums” y “condicionamientos” para su regreso y que como
empresa no lo pueden tolerar. Pero van más allá, exhibiéndola como una mujer de
ambiciones ilimitadas. Transcribo las palabras del comunicado: “Hace quince
días se le autorizó –refiriéndose a Aristegui-
la compra del automóvil de lujo que le proporciona la empresa, con el
doble del valor establecido en el contrato. Se renovaron las cortinillas para
la difusión de su noticiero en el Canal 52 Mx y a la mayoría de la gente de su
equipo se les incrementó el sueldo.”
Que una empresa de esas dimensiones ventile
la compra de “cortinillas”, el aumento
de sueldo de empleados –sin señalar a cuál porcentaje ascendía el aumento-, y
la compra de un auto de lujo, es un acto de patanería que raya en la
vulgaridad. Más aún cuando hemos vivido décadas escuchando la voz mesurada de
una mujer valiente. Aristegui hurga en los meandros del mundo político, saca las
hebras para descubrir lo que va más allá, lo que no se ve pero debe saberse y
corregirse.
En 2014 la Universidad de Guadalajara le dio
la distinción “Corazón de León”, hoy el título es de una pertinencia absoluta.
Solo un corazón de león logrará que el abatimiento pese menos que la esperanza.
Ella lo logrará. Miguel Hernández, el poeta pastor, escribió desde los muros de
su prisión: “No, no hay cárcel para el hombre/ no podrán atarme, no/ este mundo
de cadenas/ me es pequeño y exterior/ ¿quién encierra una sonrisa?/ ¿quién
amuralla una voz?”
Carmen Aristegui, la nitidez de tu voz nunca
será amurallada.
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