Guadalupe I Carrillo
Los escándalos
parecen ser monopolio de los políticos o de funcionarios públicos con poder.
Hace unas semanas escribí sobre el caso del ex primer Ministro Genaro Góngora
Pimentel que ha desatado no solo ríos de tinta sino también la indignación de
la sociedad y el desprestigio de ese personaje al que tantas veces vimos actuar
en su oficio, siendo la voz más alta en un tribunal poco menos que
sagrado. Ahora, si el lector quiere usar
un calificativo devastador para algún funcionario, dígale que es “un Góngora Pimentel”. Y eso ocurrió
hace unos días cuando la académica Denise Dresser habló de Arturo Montiel como
el “Góngora de la política”.
Montiel es uno de
los personajes públicos que mayores escándalos ha protagonizado en las dos
últimas décadas de su vida, si hubiera premio Ginnes de escándalos, lo
encontraríamos en el famoso libro. Fue Gobernador del Estado de México y, además, quien designó como por mano
divina, al actual presidente Enrique Peña Nieto para que lo reemplazara en la
gobernatura. Siendo gobernador, con poder y dinero a manos llenas, su éxito
crecía como la espuma y su prestigio de hombre fuerte se vio matizado por el
glamour que le otorgó la compañía de una
mujer mucho más joven que él y extranjera: Maude Versini, una francesa de la
que se enamoró perdidamente, contrajo matrimonio y engendró tres hijos: dos gemelos y uno más.
En 2005 se habrían
las campañas para las candidaturas internas de todos los partidos en el país,
para a su vez, pelear más tarde la
presidencia de la república en 2006. Montiel compitió contra Roberto Madrazo,
quien, a la usanza del priísmo más rancio, supo sacarlo de la contienda
mostrando con pruebas fehaciente el enriquecimiento de Montiel. Madrazo
públicamente entregó documentos y fotos de las decenas de propiedades de su
compañero de partido. Entre ellas castillos en Francia y mansiones en varios
estados del país. La renuncia de Montiel fue inmediata y su salida de la vida
pública también. Tiempo después se formalizó el divorcio de la francesa y el
fracasado ex candidato. Obviamente con duros tironeos legales: fortuna e hijos
son fuente no solo de peleas sino de los más duros odios entre los seres
humanos.
La desventura se
cimbró en Maude a partir de ese momento. Al estar casada con Montiel cuando se
desató el escándalo de su enriquecimiento ilícito, ella también se vio
contaminada de la mala fama: tenía que dar cuenta de lo que, como esposa del
político sabía. Se llevó un supuesto proceso en la Procuraduría del Estado que
acabó en carpetazo. Enrique Peña Nieto, el heredero político de Montiel, era en
ese momento gobernador del Estado. Maude
se fue a su país natal y allí rehízo su vida sentimental pero se quedó con la
custodia de sus hijos, menores los tres, cediendo a que vieran a su padre con
regularidad y por largos períodos en los que el político los traía a México.
Sin embargo los
resentimientos sobreviven a los hombres, y en este caso así ocurrió. Montiel
pidió a sus hijos par unas vacaciones en
que permanecerían en España. Cuando Maude llamó para saber cómo estaban, las
criaturas se habían venido a México con su papá. Desde entonces, hace ya 18
meses que no ha podido verlos ni cinco
minutos.
Ha recurrido a
instancias legales de todo tipo, a personas influyentes moral y políticamente
como es el caso de Angélica Rivera, esposa del presidente, y Norberto Rivera,
arzobispo primado de México. Envió
misivas a la CNDH, Comisión Nacional de Derechos Humanos, y todas las cartas
les fueron devueltas en sobres abiertos y sin respuestas. La desesperación de
Versini llegó al colmo cuando declararon de nuevo abierto el caso porque
Montiel la acusaba de haber maltratado a sus pequeños, pero mientras el juicio
se desarrolla ella no puede estar con ellos sin el permiso del padre, que no lo
otorga.
De nuevo, como
espectadores radiales y televisivos, vimos surgir la figura de Carmen Aristegui
a quien acudió Versini. Aristegui, acostumbrada a causas casi perdidas, sabe
que la lucha será lenta, pero ya empezó. La semana pasada Versini habló con
ella en su programa radial y desde entonces la periodista no ha quitado el dedo
del renglón. Diariamente retoma el nuevo escándalo con la ayuda de académicos y
comentaristas que han levantado la voz ante la injusticia y la impunidad. Hoy
Montiel vuelve al ring con todo el poder presidencial y su silencio es muestra de la ruindad que lo
caracteriza. Quién logrará vencer: los
medios de comunicación, la sociedad que los escucha, o la política siempre
aventajada.
Desafortunadamente
el vínculo pasado entre Versini y Montiel la salpican del lodo de la impunidad
en la que vivió por muchos años en los que se cerró el caso del enriquecimiento
ilícito de su ex marido. Hoy esperaría que haya un gesto de compasión hacia
ella que sigue a la espera de ver a sus hijos.
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