martes, 30 de julio de 2013

EN EL OJO DEL HURACÁN


Guadalupe I Carrillo

   Los escándalos parecen ser monopolio de los políticos o de funcionarios públicos con poder. Hace unas semanas escribí sobre el caso del ex primer Ministro Genaro Góngora Pimentel que ha desatado no solo ríos de tinta sino también la indignación de la sociedad y el desprestigio de ese personaje al que tantas veces vimos actuar en su oficio, siendo la voz más alta en un tribunal poco menos que sagrado.  Ahora, si el lector quiere usar un calificativo devastador para algún funcionario, dígale  que es “un Góngora Pimentel”. Y eso ocurrió hace unos días cuando la académica Denise Dresser habló de Arturo Montiel como el “Góngora de la política”.
   Montiel es uno de los personajes públicos que mayores escándalos ha protagonizado en las dos últimas décadas de su vida, si hubiera premio Ginnes de escándalos, lo encontraríamos en el famoso libro. Fue Gobernador del Estado de México  y, además, quien designó como por mano divina, al actual presidente Enrique Peña Nieto para que lo reemplazara en la gobernatura. Siendo gobernador, con poder y dinero a manos llenas, su éxito crecía como la espuma y su prestigio de hombre fuerte se vio matizado por el glamour  que le otorgó la compañía de una mujer mucho más joven que él y extranjera: Maude Versini, una francesa de la que se enamoró perdidamente, contrajo matrimonio y  engendró tres hijos: dos gemelos y uno más.
   En 2005 se habrían las campañas para las candidaturas internas de todos los partidos en el país, para a su vez, pelear  más tarde la presidencia de la república en 2006. Montiel compitió contra Roberto Madrazo, quien, a la usanza del priísmo más rancio, supo sacarlo de la contienda mostrando con pruebas fehaciente el enriquecimiento de Montiel. Madrazo públicamente entregó documentos y fotos de las decenas de propiedades de su compañero de partido. Entre ellas castillos en Francia y mansiones en varios estados del país. La renuncia de Montiel fue inmediata y su salida de la vida pública también. Tiempo después se formalizó el divorcio de la francesa y el fracasado ex candidato. Obviamente con duros tironeos legales: fortuna e hijos son fuente no solo de peleas sino de los más duros odios entre los seres humanos.
   La desventura se cimbró en Maude a partir de ese momento. Al estar casada con Montiel cuando se desató el escándalo de su enriquecimiento ilícito, ella también se vio contaminada de la mala fama: tenía que dar cuenta de lo que, como esposa del político sabía. Se llevó un supuesto proceso en la Procuraduría del Estado que acabó en carpetazo. Enrique Peña Nieto, el heredero político de Montiel, era en ese momento gobernador del Estado.  Maude se fue a su país natal y allí rehízo su vida sentimental pero se quedó con la custodia de sus hijos, menores los tres, cediendo a que vieran a su padre con regularidad y por largos períodos en los que el político los traía a México.
    Sin embargo los resentimientos sobreviven a los hombres, y en este caso así ocurrió. Montiel pidió a  sus hijos par unas vacaciones en que permanecerían en España. Cuando Maude llamó para saber cómo estaban, las criaturas se habían venido a México con su papá. Desde entonces, hace ya 18 meses  que no ha podido verlos ni cinco minutos.
   Ha recurrido a instancias legales de todo tipo, a personas influyentes moral y políticamente como es el caso de Angélica Rivera, esposa del presidente, y Norberto Rivera, arzobispo primado de México.  Envió misivas a la CNDH, Comisión Nacional de Derechos Humanos, y todas las cartas les fueron devueltas en sobres abiertos y sin respuestas. La desesperación de Versini llegó al colmo cuando declararon de nuevo abierto el caso porque Montiel la acusaba de haber maltratado a sus pequeños, pero mientras el juicio se desarrolla ella no puede estar con ellos sin el permiso del padre, que no lo otorga.
   De nuevo, como espectadores radiales y televisivos, vimos surgir la figura de Carmen Aristegui a quien acudió Versini. Aristegui, acostumbrada a causas casi perdidas, sabe que la lucha será lenta, pero ya empezó. La semana pasada Versini habló con ella en su programa radial y desde entonces la periodista no ha quitado el dedo del renglón. Diariamente retoma el nuevo escándalo con la ayuda de académicos y comentaristas que han levantado la voz ante la injusticia y la impunidad. Hoy Montiel vuelve al ring con todo el poder presidencial y su silencio es  muestra de la ruindad que lo caracteriza.  Quién logrará vencer: los medios de comunicación, la sociedad que los escucha, o la política siempre aventajada.
   Desafortunadamente el vínculo pasado entre Versini y Montiel la salpican del lodo de la impunidad en la que vivió por muchos años en los que se cerró el caso del enriquecimiento ilícito de su ex marido. Hoy esperaría que haya un gesto de compasión hacia ella que sigue a la espera de ver a sus hijos.



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