lunes, 13 de mayo de 2013

La creación literaria


Los talleres de Creación Literaria como instrumentos de Enseñanza, apropiación y enriquecimiento de las lenguas



 

Introducción

La enseñanza del idioma materno, aquel que usaremos a lo largo de nuestra vida para comunicarnos, pasa también por la experiencia de la escritura y de su uso correcto, que difiere considerablemente del lenguaje hablado, de lo coloquial. Es además un ejercicio complejo que involucra muchos factores de diversa índole: lingüística, social y cultural, entre otros.

   Una vez superada la enseñanza primaria, secundaria y preparatoria, donde los estudiantes deberían asentar las bases más firmes para desenvolverse con su idioma y manejarlo con mayor perfección, viene – aunque no para todos- la experiencia universitaria. En ella la educación se enfoca hacia la especialización; la universidad les dará a los jóvenes las herramientas para desenvolverse profesionalmente. Sin embargo, esta especialización no excluye el fomento permanente del uso del idioma. Los docentes que nos ocupamos de esta labor, nos encontramos con  un universo estudiantil diverso y disímil. Nuestro objetivo será no solo enseñarles a escribir correctamente, sino también atraerlos y estimularlos a que sean ellos mismos quienes se ocupen del fomento de la escritura adecuada e incluso estéticamente atractiva.

 

Los cambios que se han venido desarrollando en las universidades en la última década han alentado los intercambios de los estudiantes para asistir a distintas   facultades, a otras licenciaturas e incluso a diferentes  universidades. El llamado Curriculum Flexible, que tantos quebraderos de cabeza dio a los trabajadores de Control Escolar, ha ido superando sus limitaciones –aunque no todas las que desearíamos-, para conceder mayor ductilidad al proceso de selección de asignaturas y de espacios  donde serán cursadas. A raíz de la puesta en marcha de este Curriculum Flexible, los coordinadores de las licenciaturas se dieron a la tarea de orientar a los docentes para la transformación de las asignaturas ahora llamadas “unidades curriculares”.

 

   Entre las nuevas unidades de la licenciatura en Comunicación donde imparto la docencia desde hace más de una década,  estaría “Creación literaria”, diseñada con el ánimo de “presentar al alumno un panorama general de las principales categorías literarias y buscar abordar la lectura de obras de modo que el estudiante sea capaz de comprender, analizar y criticar textos desde una perspectiva tanto literaria como social”. Se trataba, pues, de establecer un acercamiento entre el alumno y la literatura, no sólo con la lectura y análisis de obras de ficción, de lírica y de drama, sino también  a través de una apropiación por parte de los estudiantes del ejercicio literario, esto es, de una escritura con características y rasgos literarios.

 

Recorrido pedagógico

De todos es sabido la deficiencia que presentan los programas de la enseñanza de la literatura en la secundaria y la Preparatoria. En secundaria se le da un énfasis excesivo a la gramática, que, además, muchas veces ni los mismos maestros la comprenden a cabalidad, de tal forma que la trasmisión del conocimiento será deficiente y muy árida. Las lecturas son recopiladas en antologías; el estudiante apenas tendrá contacto con fragmentos de obras que podrían interesarle pero a las que no tiene acceso. Lo mismo ocurre en la Preparatoria. De nuevo el uso de las antologías da un panorama incompleto de las corrientes literarias a estudiar y de las obras escogidas. No hay pues un contacto ameno e interesante del estudiante con la literatura. La impresión que se llevan, en general, es la de asociar literatura con aburrimiento, con solemnidad, con incomprensión. Es la misma impresión que se tiene respecto a la lectura.

 

  Según un estudio difundido en Diciembre de 2002  por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), intitulado Programa para la Evaluación de Estudiantes Internacionales, PISA, por sus siglas en inglés, México ocupó el penúltimo lugar en lectura y conocimientos de matemáticas y ciencia.  Ese mismo programa elaboró una escala de aptitud para la lectura a fin de conocer el desempeño de los estudiantes a través de varios aspectos de la misma con una puntuación promedio de 500 puntos, que se dividió en cinco niveles de dominio.  En lo que toca al nivel promedio de desempeño en lectura -e inequidad relacionada con el entorno socioeconómico- es igualmente ilustrativo que en el promedio de la OCDE de 500 puntos se ubicaban países como los Estados Unidos, Francia y Dinamarca, pero rebasando ese promedio en 50 puntos más, o muy cerca de él se encontraban Finlandia, Canadá y Corea.  Nuestro país se ubicaba poco más arriba de los 400 puntos, en un nivel similar al de Argentina, Bulgaria y Tailandia.[1] 

   Naturalmente, no puede desconocerse que el problema del acceso y aprendizaje de la lectura, su mantenimiento como habilidad, su fomento y su desarrollo están relacionados con un conjunto amplio de factores socio culturales, económicos y hasta políticos, lo que le da una particularidad singular según sea el caso considerado. Otros fenómenos culturales también deben tomarse en consideración; por ejemplo, los hábitos de consumo alimentario, pues de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática[2], los Censos Económicos de 1999 mostraban que el consumo de libros por vivienda en promedio anual era de 215 pesos, erogación que se consideró muy baja si se toma en cuenta que se estableció como base de comparación el valor de la producción de libros sin pasar por el sector comercial.  En cambio, la compra anual de refrescos por vivienda, con la misma base de comparación, representaba un gasto de 1 826 pesos.

   Un fenómeno que destaca en esta problemática es que la mayoría de los estudios se han enfocado a conocer la problemática de la lectura en los estudiantes de los niveles educativos: preescolar, elemental, medio, y medio superior, mientras que para el nivel licenciatura son significativamente menores.  Esto parece derivar de una lógica particular. 

   No se puede negar que en el medio universitario se lee; pero tampoco se puede afirmar que se trata de un hecho homogéneo o que la lectura sea siempre abundante y de calidad.  En varias carreras universitarias la lectura es practicada como una obligación más que como una afición.  En ciencias sociales y humanidades se exige una lectura constante, pero frecuentemente ésta se limita a los libros de texto del curso considerado, o a los apuntes proporcionados por los profesores, aunque es significativamente parcial: la que se limita a un solo libro de texto, a las antologías, a las fotocopias de capítulos de libro, o peor aún, a los fragmentos de libros; un poco más adelante insistiremos sobre estas prácticas.

 

   En cambio, en áreas como las Ingenierías, Las Ciencias Agrícolas o las Biológica, la lectura se vuelve todavía más selectiva y los procesos de enseñanza aprendizaje enfatizan sobre actividades prácticas, de manera que fuera de los textos indispensables, no hay mayor lectura.  Algunos universitarios expresan que el problema radica en la falta de tiempo para hacerlo y llegan a justificar su alejamiento de los libros señalando que prefieren otros entretenimientos como escuchar música o practicar algún deporte. 

   Esto es, igualmente, otro hecho de la realidad; practicar la lectura exige que se dedique tiempo a ello y en esta materia nos enfrentamos a hábitos muy variados.  Hay quienes leen solamente por las mañanas; otros, en el transcurso del día.  Algunos prefieren hacerlo por las tardes, cuando las actividades principales han concluido.  Otros más escogen la noche, antes de dormir; incluso, leer en la cama, con lo que la lectura se toma y se le transforma en soporífero; y todavía hay quienes prefieren hacerlo cuando a mitad del reposo nocturno se despiertan.  No tomaremos en consideración aquellos casos en que se opta por leer sólo los fines de semana, o cuando se viaja, o durante los periodos vacacionales, etc., porque eso nos llevaría a variables profundas, pero es evidente que el factor tiempo es clave en los fenómenos de la lectura.  Joëlle Bahloul, etnóloga francesa y profesora de antropología social en la Universidad de Indiana, señala al respecto:

 

   “…En realidad, el tiempo que se consagra a tal o cual entretenimiento es considerado como tiempo activo si se inscribe en la lógica de la socialización de los lectores; la “poca lectura” parece residir en el aspecto no rentable, no beneficioso del tiempo que se le dedica.  La lectura no se considera una actividad de acumulación de ganancia simbólica o social, no puede ser objeto de una programación de tiempo específico.  La lectura es “poca” porque no se sostiene en interacciones que ella misma no está en  condiciones de reproducir.  El tiempo que se le asigna es un tiempo marginal en relación con el dedicado a la reproducción de los vínculos sociales habituales…”[3]

 

   Para algunos autores, como Emilia Ferreiro, el problema de la educación y las prácticas de lectura en el nivel universitario presenta igualmente muchas discontinuidades:

 

   “…El problema es complejo: sabemos que los países no se desarrollan si la proporción entre universitarios y estudiantes de educación básica no mejora.  Con la proporción actual es impensable que tengamos la cantidad de técnicos y científicos que este país necesita.  Pero además, si la educación básica no es de calidad, luego tendremos que poner “parche sobre parche” y generar prácticas tan abyectas como los talleres de redacción en las universidades.  Esto es aún más alarmante porque los que llegaron a la universidad son la selección de la selección de la selección; si los universitarios no saben leer y escribir correctamente, ¿cómo estarán los que se quedaron en el nivel de la educación básica?...”[4]

 

   Llamar “abyecto” a la formación de talleres para una mejor redacción creo que va en demérito de una práctica muy útil y muchas veces necesaria para cubrir las deficiencias que, desafortunadamente, se van arrastrando desde la escuela primaria y que deben ser superadas. De allí la importancia que ha venido cobrando la asignatura de Creación Literaria.

 

Metodología y práctica en Creación Literaria

   Aunque se trataba inicialmente de un acercamiento más bien teórico de la literatura, con la práctica se le dio más énfasis a la escritura de ficción, sin dejar de lado los conocimientos teóricos acerca de la literatura, y, sobre todo, la lectura de novelas, cuentos, poemas y obras dramáticas, atractivos para los estudiantes.

   Cuatro horas a la semana fueron divididas en actividades muy diferentes. Las primeras dos horas se daban la teoría literaria, el estudio de la historia de la literatura y de algunos teóricos que tratan de definirla y comprenderla. Las otras dos horas los estudiantes leen sus textos previa explicación del docente. El uso de manuales o libros especializados en la materia es muy útil para el docente que pretende enseñar con la práctica. En particular uso el texto El arte de la redacción profesional. Teoría y Práxis. De Basilio Tejedor, publicado por la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Venezuela, en el año 2000. Se trata del resultado de la experiencia docente universitaria que el autor ha desarrollado a lo largo de décadas con estudiantes que recién se incorporan a la vida universitaria. El libro aborda una serie de consideraciones sobre la redacción expositiva para más adelante explicar no solo los usos adecuados de los signos de puntuación; también se detiene en la ortografía, la acentuación;  en usos sintácticos incorrectos y en las conjugaciones verbales. Añade ejercicios ortográficos, de acentos y de signos complementarios de la escritura (guiones, paréntesis, comillas, interrogación y exclamación…).

 

   Basilio Tejedor recomienda que el docente deje muy bien definidos los estilos elocutivos –narración, descripción, diálogo y ensayo- a los estudiantes. Para ello no solo se tomará en cuenta la explicación sino, sobre todo, que ellos describan, narren y desarrollen diálogos y ensayos. Aunque pareciera una actividad muy obvia, muchas veces he encontrado que los  estudiantes confunden  estilos elocutivos muy diferentes, por ello es necesario que se dedique más de un mes a cada uno de ellos. Redactar cuatro narraciones o cinco, desarrollándola en una cuartilla es experiencia suficiente para superar las confusiones que puedan enfrentar. Los jóvenes escriben sus cuartillas en casa y en clase se leen en voz alta a sus compañeros para, acto seguido, hacer comentarios sobre las impresiones que nos ha dejado el texto que escuchamos.

 

   Las opiniones de los compañeros deben ir encaminadas a exaltar lo literario por sobre lo demás. Por ello, una vez terminada la actividad el docente dedicará también tiempo para explicar figuras literarias que, más tarde, los estudiantes incorporarán a sus textos. Por ejemplo en las descripciones se les pide que haya dos sinestesias, dos o tres metáforas; otras veces hacemos ejercicios en clase, escribiendo, por ejemplo, en asíndeton (oraciones yuxtapuestas) o en polisíndeton (oraciones enlazadas por las conjunciones y, o).En el caso de la poesía, ejercicio de mayor dificultad, puede practicarse la escritura de “el cadáver exquisito” que tanto utilizaron los poetas surrealistas. Siempre debe haber por parte del docente actividades motivadoras en las que, más adelante, los estudiantes verán los frutos.

 

Los argumentos:

Entre las mayores dificultades que se encuentran en una asignatura donde la creación es lo primordial, estaría la estimulación al alumno para realizar un trabajo de creación adecuado, evitando los plagios. La clave muchas veces se encuentra en ofrecer ideas novedosas. Se cuenta, por ejemplo, que Julio Cortázar tenía una plancha de corcho en la que colocaba titulares de periódicos con noticias insólitas, de las que después era capaz de escribir sus famosos cuentos de literatura fantástica. Los finales inesperados, el uso de la intertextualidad, es decir, la influencia de otros textos en el relato que estoy desarrollando y que logro re-apropiarlo, es un bueno motivo para que los jóvenes no sientan la aridez de la búsqueda obstinada de la originalidad.

   Transcribo algunos párrafos de un estudiante que, en ejercicio intertextual, tomó la figura del gran escritor Edgar Alan Poe:

 

Ese día se levantó más temprano que de costumbre, se lavó el rostro tan bien como sus manos se lo permitieron, se vistió con la camisa blanca, obsequio de Virginia, quien yacía recostada en la cama, se colocó el sombrío yugo de Hell, y con la nostálgica capa negra del cadete salió a la calle. Las sombras en sus ojos se pronunciaban aún más en sus prolongada frente, signo de la ausencia de sueño y descanso, su cuerpo pesado, tendido sobre la gravedad le rozaban el hombro derecho contra las paredes y ornamentas de la ciudad, los árboles bailaban con tristeza un tango luctuoso, susurrando entre sus ramas “Eddie”.

El bello texto del joven estudiante es una muestra de las grandes habilidades que poseen y que no siempre se sabe explotar. Así también copio un párrafo de otra estudiante que en su ejercicio de intertextualidad tomó la historia de Alicia en el País de las Maravillas:

                            

Alicia, nuestro viaje al casino te afectó. Jugaste a las cartas toda la noche y decías que te hablaban, pero eras tú la que hablaba con ellas, decías que te perseguían, que te harían un juicio y te llevarían ante una reina. Ay, Alicia, no creo que no recuerdes todo el dinero que ganaste con tus “cartas parlantes”. Te olvidas de que con ese dinero comimos en el mejor restaurante. Fuiste sumamente exigente al pedir conejo al horno, conejo blanco y gordo, dijiste, y no estuviste contenta hasta que te llevaron a la cocina a verificar que el conejo fuese blanco y no de cualquier otro color…Me asustó tu obsesión por los conejos blancos y peludos. Eres rara, Alicia. Eres muy rara.

 

 Los inicios suelen ser los más difíciles, por ello, cuando comienzan a ejercitarse en la descripción, se les sugiere describir a alguien muy importante en sus vidas; que lo físico vaya entreverado con la personalidad o con sus virtudes y defectos; igualmente con el ensayo se les anima a que el primero sea una reflexión sobre lo que para ellos es la vida, desde una perspectiva filosófica personal.

Una vez adquirida la destreza de distinguir los estilos elocutivos, se les anima a escribir un cuento  donde puedan incluirlos todos.

 

Conclusiones

 

   En materia de educación superior se han identificado cuatro condiciones para que se produzca el aprendizaje significativo: en principio la motivación, es decir, el hecho de que el alumno tenga real y verdadero interés por estudiar una materia determinada o formarse en una disciplina particular.  Esta condición puede nacer del propio alumno, pero también puede ser inducida exteriormente por factores diversos, como el ejemplo que para el educando puede representar un académico, los ánimos de familiares o amigos para que un alumno se oriente en determinada dirección, etc.  En seguida, debe tomarse en cuenta la comprensión del material de estudio.

 

    Cuando no hay formas de que la comprensión de ese material se produzca, es evidente que el alumno no podrá formarse adecuadamente.  Por ello es importante dosificar los contenidos de las asignaturas bajo el principio de conocimientos antecedentes y conocimientos consecuentes.  No hay peor manera que propiciar el caos, permitiendo que se avance sin orden ni concierto en los currículos escolares.  La tercera condición es que el alumno tenga participación activa no sólo en el aula sino también en la toma de decisiones.   Como se ha visto a lo largo de estas páginas en el desarrollo de la asignatura Creación Literaria.

 

   Finalmente, la cuarta condición es que los conocimientos, habilidades y destrezas que adquiere el alumno en la escuela puedan aplicarse, o que se pueda utilizar la información acumulada en la solución de problemas reales. Creo que el sistema y la metodología que se impone en la asignatura así lo permiten.

 

   A lo largo de la década en que impartí la asignatura, he tenido la satisfacción de ver los avances que los jóvenes alcanzan al escribir no solo mucho mejor sino incluso con estilos adquiridos y muestras de expresiones bellas, literariamente bien logradas; con un trabajo del lenguaje de nivel superior. Es además, una experiencia que permite ver la necesidad de la participación activa de los jóvenes. Que no sean meros espectadores, sino el centro de atención, para que, el docente de alguna manera se borre y prevalezca la mirada orientadora, no el gesto del “Magister dixit”.

 

Lo aprendido en la escritura permite la mejoría en la oralidad y despierta el entusiasmo del estudiante hacia la literatura, disociándola de la sensación de aburrimiento o de inutilidad que tantas veces erróneamente se ha trasmitido. Es pues una experiencia única que no me canso de ejercitar.

 

 

 

 

 

 

  

 

 



[1] Cf. Base de datos del Proyecto PISA de la OCDE 2003; cuadros 2. 1ª;  3.3 y 6.10.  En dirección electrónica en Internet: http://www.planlectura.es/01desarrolllo-del-plan.html
[2] Cf. INEGI: Censos Económicos 1999.  En página electrónica en Internet: http://www.inegi.gob.mx
 
[3] Bahloul, Joëlle: Lecturas precarias. Estudio sociológico sobre los “poco lectores”. FCE, México, 2002, Colección Espacios para la lectura, Primera edición en español, México, (Primera edición en francés: 1998), p.86. 
[4]  Quinteros, Graciela (Ed.): Cultura escrita y educación.  Conversaciones con Emilia Ferreiro. FCE, México, 1999, Colección Espacios para la lectura, pp. 224-225.

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