lunes, 11 de marzo de 2013

Virgen y asexuada como Robespierre: Eros y la doncella, de Mario Szichman




“Una revolución permite venganzas mezquinas”.
 Mario Szichman
La Revolución Francesa, el acontecimiento histórico que transformó a una de las sociedades más conservadoras del siglo XVIII europeo,  se convierte en una obra maestra de ficción en la novela Eros y la Doncella, de Mario Szichman, recientemente publicada por la editorial Verbum.  El lector se enfrenta a la puesta en escena de una suerte de tragedia griega recitada a muchas voces: jacobinos, girondinos, el pueblo de Francia y la implacable Doncella. Desde las primeras líneas de su prólogo, la historia atrapa al lector con una narración impactante y a la vez enternecedora.
   El protagonismo de Robespierre, el Incorruptible, no opaca la presencia de una galería de personajes a quienes se les da un tratamiento impecable: los conocemos a través de sus vicios y sus virtudes; de sus miedos y sus valentías; de sus fantasmas y de los actos de lucidez que pueden realizar. Las miserias humanas que se revelan establecen un dinámico contraste entre la presencia de Eros, que se manifiesta abierta y solapadamente, y los más crueles actos de barbarie que protagonizan las masas humanas contagiadas de sordidez. “Tras la congoja cundió la indiferencia” dirá el narrador atinadamente.
 Existe, pues, en la novela una relación pendular entre la muerte y el amor. Entre el erotismo y el tono épico de quien narra una verdadera batalla, de todos contra todos. Pues así fue desarrollándose una revolución que transformó las necesidades humanas en venganzas y muerte. El cadalso es el escenario por excelencia y la Doncella su mayor protagonista. La animidad con la que se describe a la Gillotina, siempre  Doncella, permite al narrador construir una relación amorosa y mórbida entre  Robespierre,  a quien se le describe  “despiadado, arrollador, impasible, virgen y asexuado” (pág 14) y la Doncella, “Estilizada como una escuadra de carpintero, escueta como un atril, virtuosa como un altar”. Ella es su amante, su pieza perfecta para construir el mundo del terror que después lo devoraría  a él.
   A lo largo de las páginas nos encontramos con parejas  en las que también confluyen eros y  tánatos. Una de las  historias más atractivas resulta la de Danton y Gabrielle. Él, militante de la vanguardia del radicalismo parisino, se enfrenta a la muerte de Gabrielle, su amada esposa. Las primeras líneas de esa tercera parte en la que Danton recuerda la experiencia del amor, son de un lirismo imponente:
La necesidad de armarse de coraje para disuadir a otro cuerpo que nos permita ingresar a él.
La tristeza del amor.
Los cuerpos exhaustos, sin ganas de seguir con el juego del amor
…..
Evocar los únicos momentos en que el ser humano parece ingresar en un templo, sintiendo miedo, acompañado de la liturgia, la reverencia que anticipa el encuentro con la divinidad.
El único instante en que tocamos la carne para hacernos inmortales. (p.117)
Igualmente, y mientras avanza la temida revolución vemos al general Armand Custine y su esposa Delphine. Él se encuentra preso, en espera de ser guillotinado. Delphine lo acompaña y le ofrece una huida que él considera degradante. Para hacerlo tendrá que vestirse de mujer. Ante la negativa de Armand, Delphine decide acompañarlo en su última noche de presidio. Una noche en la que él fue feliz. Encontramos gestos de un erotismo si se quiere primitivo pero no por ello menos seductor; el narrador nos cuenta: “Tras la ejecución cuando el rostro de Armand fue despellejado de sus ropas, un enfermero descubrió marcas de rouge en su sexo y la inscripción ´Te amo´ en su bajo vientre”.

La novela, rica no sólo en personajes y acontecimientos, nos otorga una gama muy amplia de situaciones propias de la época. Así vemos al gran Ilusionista Robertson realizando actos  alucinantes y no exentos de la crueldad que privaba en la Francia revolucionaria y supersticiosa.
   A los eventos históricos se unen personajes y acciones que nos vinculan con el acto literario en una suerte de meta-escritura. Louvet, que está huyendo del cadalso, avanza subrepticiamente, escondiéndose de la autoridad. Sin embargo, también tiene otros intereses, Louvet desea escribir una novela de aventuras, El caballero de Faublas es su protagonista. Las disquisiciones en las que se enfrasca Louvet sobre el acto de la escritura, de la construcción de personajes y situaciones, convierten esas páginas en un verdadero tratado de cómo novelar:
Habría que crear intrigas paralelas y entrecruzarlas como una trenza, pensó Louvet. Si cada confabulación era vigorosa y clara, al entrecruzarla con otra de igual calidad el conjunto se hacía más fuerte, la narración avanzaba imparable hacia su final. (Página: 30)

Eros y la Doncella es una extraordinaria novela histórica, escrita desde una esmerada prosa. El dinamismo que se imprime en el relato permite al lector mantener un ritmo de elevada tensión y al mismo tiempo de conmovida presencia en un mundo tan lleno de contradicciones, como lo es el ser humano y lo será siempre.
 

Guadalupe Carrillo Torea

La novela ha comenzado a circular en su versión electrónica. (http://verbumeditorial.com )En las próximas semanas aparecerá su versión impresa.



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