Mario Szichman
La Revolución
Francesa, el acontecimiento histórico que transformó a una de las sociedades
más conservadoras del siglo XVIII europeo, se convierte en una obra maestra de ficción en
la novela Eros y la Doncella, de
Mario Szichman, recientemente publicada por la editorial Verbum. El lector se enfrenta a la puesta en escena de
una suerte de tragedia griega recitada a muchas voces: jacobinos, girondinos,
el pueblo de Francia y la implacable Doncella. Desde las primeras líneas de su
prólogo, la historia atrapa al lector con una narración impactante y a la vez
enternecedora.
El protagonismo de Robespierre, el
Incorruptible, no opaca la presencia de una galería de personajes a quienes se
les da un tratamiento impecable: los conocemos a través de sus vicios y sus
virtudes; de sus miedos y sus valentías; de sus fantasmas y de los actos de lucidez
que pueden realizar. Las miserias humanas que se revelan establecen un dinámico
contraste entre la presencia de Eros, que se manifiesta abierta y
solapadamente, y los más crueles actos de barbarie que protagonizan las masas
humanas contagiadas de sordidez. “Tras la congoja cundió la indiferencia” dirá
el narrador atinadamente.
Existe, pues, en la novela una relación
pendular entre la muerte y el amor. Entre el erotismo y el tono épico de quien
narra una verdadera batalla, de todos contra todos. Pues así fue
desarrollándose una revolución que transformó las necesidades humanas en
venganzas y muerte. El cadalso es el escenario por excelencia y la Doncella su
mayor protagonista. La animidad con la que se describe a la Gillotina, siempre Doncella, permite al narrador construir una
relación amorosa y mórbida entre
Robespierre, a quien se le
describe “despiadado, arrollador,
impasible, virgen y asexuado” (pág 14) y la Doncella, “Estilizada como una
escuadra de carpintero, escueta como un atril, virtuosa como un altar”. Ella es
su amante, su pieza perfecta para construir el mundo del terror que después lo
devoraría a él.
A lo largo de las páginas nos encontramos
con parejas en las que también confluyen
eros y tánatos. Una de las historias más atractivas resulta la de Danton
y Gabrielle. Él, militante de la vanguardia del radicalismo parisino, se
enfrenta a la muerte de Gabrielle, su amada esposa. Las primeras líneas de esa
tercera parte en la que Danton recuerda la experiencia del amor, son de un
lirismo imponente:
La necesidad de armarse de coraje para
disuadir a otro cuerpo que nos permita ingresar a él.
La tristeza del amor.
Los cuerpos exhaustos, sin ganas de
seguir con el juego del amor
…..
Evocar los únicos momentos en que el
ser humano parece ingresar en un templo, sintiendo miedo, acompañado de la
liturgia, la reverencia que anticipa el encuentro con la divinidad.
El único instante en que tocamos la
carne para hacernos inmortales. (p.117)
Igualmente, y
mientras avanza la temida revolución vemos al general Armand Custine y su
esposa Delphine. Él se encuentra preso, en espera de ser guillotinado. Delphine
lo acompaña y le ofrece una huida que él considera degradante. Para hacerlo
tendrá que vestirse de mujer. Ante la negativa de Armand, Delphine decide
acompañarlo en su última noche de presidio. Una noche en la que él fue feliz.
Encontramos gestos de un erotismo si se quiere primitivo pero no por ello menos
seductor; el narrador nos cuenta: “Tras la ejecución cuando el rostro de Armand
fue despellejado de sus ropas, un enfermero descubrió marcas de rouge en su
sexo y la inscripción ´Te amo´ en su bajo vientre”.
La novela, rica no
sólo en personajes y acontecimientos, nos otorga una gama muy amplia de
situaciones propias de la época. Así vemos al gran Ilusionista Robertson
realizando actos alucinantes y no
exentos de la crueldad que privaba en la Francia revolucionaria y
supersticiosa.
A los eventos
históricos se unen personajes y acciones que nos vinculan con el acto literario
en una suerte de meta-escritura. Louvet, que está huyendo del cadalso, avanza
subrepticiamente, escondiéndose de la autoridad. Sin embargo, también tiene
otros intereses, Louvet desea escribir una novela de aventuras, El caballero de
Faublas es su protagonista. Las disquisiciones en las que se enfrasca Louvet
sobre el acto de la escritura, de la construcción de personajes y situaciones,
convierten esas páginas en un verdadero tratado de cómo novelar:
Habría que crear intrigas paralelas y
entrecruzarlas como una trenza, pensó Louvet. Si cada confabulación era
vigorosa y clara, al entrecruzarla con otra de igual calidad el conjunto se
hacía más fuerte, la narración avanzaba imparable hacia su final. (Página: 30)
Eros y la Doncella es
una extraordinaria novela histórica, escrita desde una esmerada prosa. El
dinamismo que se imprime en el relato permite al lector mantener un ritmo de
elevada tensión y al mismo tiempo de conmovida presencia en un mundo tan lleno
de contradicciones, como lo es el ser humano y lo será siempre.
Guadalupe Carrillo Torea
La novela ha comenzado a circular en su versión electrónica. (http://verbumeditorial.com )En las próximas semanas aparecerá su versión impresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario