De nuevo empezamos el semestre. Los chicos a los que les doy Creación Literaria están animados. Quieren aprender a escribir, quieren soltar sinestesias, metáforas e hipérboles como gente entendida en la materia. Hablar de las voces que se agrietan o de las manos silenciosas. Lo mejor de esa clase es que ellosse expresan a través de la palabra hablada. Que la vida tenga palabras y seamos capaces de pronunciarnos en ella. He tenido testimonios hermosos de esos chicos que sufre y gozan como cualquier adulto. Chicos conscientes de sus límites a pesar de la edad. Muchos de ellos más sobrios de lo que se puede esperar de alguien de su edad. Pero los más llenos entusiasmo, sin querer declinar a pesar de las adversidades. Estoy recordando un poema de Eugenio Montejo que es verdadera sabiduría. Ahí se los transcribo:
La Vida
La vida toma aviones y se aleja,
sale de día, de noche, a cada instante
hacia remotos aeropuertos.
La vida se va, se fue, llega más tarde,
es difícil seguirla: tiene horarios
imprevistos, secretos,
cambia de ruta, sueña a bordo, vuela.
La Vida puede llegar ahora, no sabemos,
puede estar en Nebraska, en Estambul,
o ser esa mujer que duerme
en la sala de espera.
La Vida es el misterio en los tableros,
los viajantes que parten o regresan,
el miedo, la aventura, los sollozos,
las nieblas que nos quedan del adiós
y los aviones puros que se elevan
hacia los aires altos del deseo.
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