viernes, 1 de julio de 2011

A CORAZÓN ABIERTO. EN MEMORIA DE CARMUCHA TOREA DE CARRILLO


El 20 de noviembre del 2009, se cumplió un mes de la partida de mi madre. Desde entonces he
querido pronunciar el duelo que nos viste, pero era necesario un silencio previo, de esos que no se pueden transgredir porque la voz se oculta, estremecida ante la ausencia. Los días transcurridos hasta ahora, la recurrente entrada a sus recuerdos, al lujo de su risa, a su voluntad invicta hechizándonos a todos me ha mostrado que su memoria no puede ser luto permanente sino vida y celebración.

Recupero las palabras de mi hermana María del Rosario cuando nos invitó a levantar el ánimo y a celebrar “por los padres que tuvimos”. Hoy esa expresión no es el consuelo ingenuo que nos cobija para olvidar que algo demoledor ocurría en nuestras vidas, es la historia que nos ha construido y que nos identifica como hijos de dos seres humanos decorados de nobleza. Nuestra gratitud eterna. Este gracias a la vida pasa por el filtro maravilloso que ellos construyeron y de la que nos hicieron partícipes.
Mi madre, esa bella mujer que bordaba afectos inacabables, amó a Valera como lo había hecho con Galicia; aquí escribió la mayor parte de su historia. Primero trabajando de enfermera del
Hospital Nuestra Señora de la Paz; después como esposa de mi padre el doctor Pedro Emilio Carrillo. Carmiña, como cariñosamente la llamaban familiares y amigos, fue no sólo nuestra madre, sino nuestra amiga; con ella reíamos, desbaratando lo rudo de la vida,…incansable en su ajetreo de vivir, en su empeño por mantener reunida a la familia. La palabra solidaridad define su indeclinable afecto hacia familiares y amigos. Supo literalmente ganarse el cariño de la sociedad valerana, aquella que tanto amó a mi Padre, en reciprocidad a su entrega generosa como médico y amigo.
Madre querida, tu viaje fue largo; lo llenaste de ternura; de veranos inundados de luz; de familia numerosa y amigos para siempre. Hoy convoco a los que te amamos para abrazarte como lo hiciste tú: entrañable y largamente, para guardar tu memoria.




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