jueves, 26 de septiembre de 2019

Cotufa en la memoria





Cotufa, mi primera mascota mexicana, se ha ido a su arco iris. Me acompañó por doce años en los que disfruté de su mirada silente que arropó cada una de mis nostalgias. La compañía de estos seres maravillosos que son los animales domésticos es mucho más profunda de lo que a la vista suponemos: el amor incondicional que saben expresar siempre, nos deja anclados a su recuerdo y a la vida compartida. 

 Cotufa sufría en silencio; su cuerpo no le obedecía y el ánimo iba desapareciendo cada día un poco más. ¿Tomar su vida que es lo único que poseen? ¿Arrebatarles lo que ya no volverá? Si la decisión es difícil, lo es más verla aullar asustada porque entendía su minusvalía y no podía superarla.

   Ya no cazaba mariposas ni  le ladraba a las nubes o a las estelas del cielo. Lentamente entendió sus limitaciones y las asumió con la madurez de un anciano venerable. Dejó de pasear por el bosque y se mantenía serena en el jardín donde ahora descansa.  Me queda el consuelo de tenerla allí donde sembramos tres pinos que ahora crecen silenciosos, como fue su corazón. Me queda tu ternura luminosa, Cotufa, gracias por tu vida en la mía.

1 comentario:

  1. Me hiciste llorar al tiempo que compartía tu dicha de haberla conocido. Mi admiración a tu increíble forma de expresarte, logrando hacer al lector sentir lo que sientes, pero también por ser una persona que logra amar a los animales como ellos nos aman a nosotras. Gracias!

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