GUADALUPE CARRILLO TOREA
Borges,
el hombre y el escritor de respuestas desconcertantes y muchas veces lapidarias,
fue interrogado en repetidas ocasiones sobre el tema de la lectura y de los libros.
Se decía afortunado de ser lector. Iba más allá, aseguraba que “la lectura era
una de las formas de la felicidad”, o que “siempre había imaginado el paraíso
como una especie de biblioteca”.
Afortunadamente la asignatura que imparto
en la licenciatura de Comunicación –Creación literaria- es optativa; a ella
asisten quienes coinciden con Borges: les gusta leer, desean escribir bien…En
esa tesitura invité a mis alumnos a que leyéramos La Región Vacía, la última novela publicada por la editorial Verbum
de Mario Szichman, escritor – y sobre todo, amigo dilecto- a quien admiro por
su trabajo periodístico y, por supuesto, por su quehacer literario.
Se trata de una novela extensa –al menos
para mis alumnos podría resultarles un poco larga- cuyo tema central aborda la
caída de las torres gemelas. La prolífica producción cinematográfica e incluso
literaria que este evento ha suscitado a lo largo de todos estos años,
avizoraba una posible repetición de miradas: la vida de las víctimas, la
división drástica entre buenos y malos –muy propia de la cultura gringa- la
satanización del mundo islámico y el desastre mundial. Sin embargo mis alumnos
entraron a sus páginas con mucha curiosidad y con el empeño de abrir horizontes
a escritores aún no leídos. El resultado no se hizo esperar. Ayer respondieron
a cinco preguntas acerca de la novela y
sus cualidades.
Les pedí narrar algunos pasajes importantes,
como lo fue la intervención del periodista Franz, autor de las fotografías de
cientos de víctimas, mientras caían a pedazos sus cuerpos, o de aquellas que
aún se encontraban encerradas mirando a través de los ventanales de los
edificios en llamas. Sus respuestas daban detalles nimios: “El periodista Franz
lleva una cámara fotográfica que no es profesional…” y añade la estudiante: “Se
da cuenta que el rollo se le va a acabar y decide comprar más, así que encuentra un negocio donde venden pero como
no lleva dinero entrega sus cosas (computadora y mochila) a cambio de tres
rollos de 24 exposiciones”.
Todos admiraron el realismo con que fue
descrito un evento de tal envergadura, entrelazado con situaciones cotidianas,
en las que muchas veces se imponía la ironía, el sarcasmo. Así lo advirtió
Alejandro, cuando especificó: “Los personajes están unidos por una
característica: la ironía. Todos ellos sufren el atentado de formas casi
irreales. Esto pone a la novela en un nivel simple pero sin perder su carácter
trágico”. Y Gisel lo confirmó al señalar: “A mí me impactó la parte donde se
narra cómo los personajes se suicidaban y se dejaban caer del edificio,
personalmente no estaba enterada de estos hechos, pero al momento de leer “los
cuerpos chapoteaban en su sangre” o que había miembros y torsos regados en el
piso, me causó sensación de horror y a la vez de compasión, pues se narra de
una manera fría y muy realista, mientras leía la cuarta parte, con algunas
frases, se me erizaba la piel”.
Las respuestas evidencian que se sintieron
atrapados por las historias; los chavos describieron impresiones corporales
impactantes. Eddie explicó: “Sin duda el climax de la novela, la cuarta parte,
fue la más importante. El ritmo que maneja en la historia, la forma de narrar
cada uno de los acontecimientos, el uso acertado de personajes secundarios así
como el encuentro de todas las historias que venía contando logró, por lo menos
en mí, un sentimiento de asombro y ansia por saber cuál fue el final de todas y
cada una de las historias”.
La
Región Vacía pasó la prueba de fuego: atrapar por semanas la atención de 16
jóvenes entre 19 y 25 años que se sintieron sumergidos en la tragedia del
11/11, que sufrieron y rieron con sus personajes y que aplaudieron la mirada original con que fue vista esta
tragedia tantas veces recordada. De nuevo Eddie explica: “Encuentro dos puntos
clave en donde recae la originalidad del texto: Los saltos temporales que el
autor da dentro de la historia ya que permiten la construcción de una historia
conjunta y el segundo es el tratamiento que se le da al tema. Abordar la
historia desde un punto de vista ajeno al hecho en cuestión da una lectura
diferente a lo que la historia nos tiene acostumbrados”.
La
Región Vacía será lectura imprescindible en Creación Literaria.
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