lunes, 10 de junio de 2013

La crónica narco, del periodismo a la literatura



Guadalupe Isabel Carrillo

“Una crónica lograda es literatura bajo presión”
Juan Villoro


La narrativa en la temática del narcotráfico, experimenta un proceso de elaboración discursiva de carácter reporteril, las más de las veces,  que fluctúa entre las características propias  de la crónica, a una construcción más elaborada a modo de biografía, de largas entrevistas, de extensos testimonios  que abordan casos reales prolíficamente detallados recreando historias y  hechos ocurridos en las vidas de los narcotraficantes.  Este panorama discursivo nos hace reflexionar sobre la importancia que ha cobrado el reportaje y, en consecuencia, el periodismo en su amplio abanico temático, al presentar cotidianamente los sucesos desgarradores que continúa viviéndose en México y que han modificado el rostro social, político y cultural de los ciudadanos.

  En este tenor, antes de estudiar el discurso literario  novelístico que posee como objeto de atención el narcotráfico y sus vaivenes más sórdidos, debe mencionarse el protagonismo de la crónica que llega a los ciudadanos en formato de revista, y, en los últimos años, también de libro. A partir del  año 2000 en que el gobierno de Vicente Fox declaró la guerra al narcotráfico sin haber diseñado una estrategia de inteligencia adecuada; el protagonismo de los cárteles, la lucha por los espacios geográficos y la terrible matanza de civiles y víctimas inocentes ha generado un obvio y prácticamente necesario estudio del fenómeno, alcanzando también a la ficción a través de  la novela narco así como al trabajo periodístico de importantes figuras de la prensa mexicana. Julio Scherer García, Ricardo Rabelo,  Marcela Turati, José Gil Olmos,  Anabel Hernández, José Reveles o Juan Carlos Reyna entre otros prestigiosos nombres, vinculados estos últimos a la revistas Proceso que fundara en los años setenta Scherer García y que ahora dirige Rafael Rodríguez Castañeda, dan cuenta, desde disímiles perspectivas de las luchas de los cárteles y de las consecuencias de esto en una ciudadanía desvalida y anónima, involucrada en una guerra que no les pertenece.


La crónica: protagonismo y pertinencia
   Al referirse a la importancia de la crónica en la actualidad, Susana Rotker, estudiosa de los grandes problemas que enfrenta América Latina en el siglo XX y que se refleja en la escritura, anota:

La crónica, género híbrido donde se encuentra el discurso literario y el discurso periodístico, es el espacio de la escritura que mejor registrada los cambios sociales, las interrupciones, las experimentaciones del lenguaje y de la escritura misma. Más elaborada que los textos noticiosos, pero con un dinamismo y un sentido de urgencia que no tienen otras prácticas escriturarias de cocción mucho más lenta (como la novela, por ejemplo), la crónica ha sido un espacio privilegiado y marginal en la cultura latinoamericana desde hace un siglo, especialmente en los centros urbanos.(2005: 165)

   Efectivamente, la divulgación que editoriales como Grijalbo, Aguilar, Mondadori, Debate, Planeta Mexicana, Temas de Hoy, De Bolsillo… han venido presentando en formato de libro  trabajos de seria investigación que periodistas mexicanos han llevado a cabo; estos  se convierten en la fuente de primera mano que posee el público en general para entender el fenómeno que aqueja brutalmente al país y que nos involucra a todos.  Susana Rotker, apuntala aún más  la pertinencia de la crónica y nos permite entenderé la afluencia de la misma en el tópico del narcotráfico:

La crónica, ni periodismo convencional ni consagrada literatura, es más bien como un cuento donde todos los datos dependen de la realidad inmediata, puesta en escena por un autor que nada inventa más que el modo de contar: la crónica es un medio de escritura privilegiado por su inmediatez, por la ligereza que permite avanzar y tomar riesgos sin el peso consagratorio de la literatura, pero con un compromiso con la forma y la expresión propia que nada tiene que ver con los facilismos formulaicos (sic) del periodismo tradicional, es un género marginal por su misma condición de hibridez. (2005: 165-166)

A los dichos de Susana Rotker, se suman los de autores reconocidos como Juan Villoro, cuya prosa fluctúa entre la ficción novelística y la crónica, o el extraordinario discurso de Carlos Monsiváis, de entrañable memoria. Encontramos también jóvenes talentos, entre ellos Fabrizio Mejía Madrid (1968),  Alejandro Almazán (1971),  que “ha ganado tres veces el premio Nacional de Periodismo en la categoría de crónica por “Lino Portillo, asesino a sueldo”,, “Cinco días secuestrada, cinco días de infierno” y “Un buchón no se retira, sólo hace una pausa” (2012: 636); Carlos López Aguirre (1977), mexicano de nacimiento, radicado en España;  actualmente es profesor del curso virtual de Narrativa de No Ficción del Laboratorio de Escritura y escribe en su blog http://expresionescronicas.wordpress.com  según nos detalla Darío Jaramillo Agudelo, editor del libro Antología de crónica latinoamericana actual  publicado en abril del 2012.  Justamente en el libro antes citado  Villoro detalla a propósito de la crónica y sus vínculos con la literatura:

De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramático en un espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista los diálogos…del ensayo la posibilidad de argumentar y , conectar saberes dispersos; de la autobiografía el tono memoriosos y la reelaboración en primera persona. EL catálogo de influencias puede extenderse y precisarse hasta competir con el infinito. (2012:579)

La infinitud que menciona Villoro es parte de la flexibilidad del discurso de la crónica que, aunado a la veracidad y la inmediatez, no deja de lado la elaboración estética de alta factura ni el tono humano que la temática tocada le exige.

    De los autores más reconocidos –y mencionados líneas arriba-  se encuentra Ricardo Rabelo, periodista que ha desarrollado investigaciones desde hace  décadas sobre los cárteles y sobre la vida de los capos que se han publicado convertidas en libros biográficos; así encontramos su libro Osiel. Vida y tragedia de un Capo  publicado en el 2009;  biografía exhaustiva del famoso capo del cártel del Pacífico, de su caída y extradición a Norteamérica. El autor detalla en el prólogo de la obra que el uso del género discursivo biográfico le permitió una cercanía diferente “a la vida de los personajes y su universo” (2009:14). La mirada inteligente de Ravelo escarba en el mundo de su protagonista desde una perspectiva más humana y por ello mucho más completa. Su fluida prosa no está exenta de la sensibilidad necesaria para entender todos  los ángulos del rostro de Osiel.

 También escribió  Crónicas de sangre (2007) en la que narra las prácticas violentas y sanguinarias de manos del ejército de los Zetas; Herencia maldita, El reto de Calderón y el nuevo mapa del narcotráfico (2008) título de otro de sus  libros en el que no sólo nos cuenta cómo se ha enfrentado el Estado desde el sexenio de Vicente Fox y en el ahora dirigido por Felipe Calderón; también se analiza la situación global del país frente al fenómeno y los entresijos entre el poder y el narco.

  A su discurso ameno y fluido, lo acompañan datos fehacientes y una mirada que pretende ver más allá de la maldad de los capos; nos muestra una imagen de conjunto en la que vemos a  los hombres en su entorno y desde distintas perspectivas humanas; esto último podría provocar críticas de aquellos que consideran a los periodistas que cubren los azares del mundo de la droga como posibles apologistas del narcotráfico; tal ha ocurrido con  Julio Scherer,  que en uno de los  número más polémicos de la Revista Proceso aparece en la portada fotografiado con uno de los capos más buscados por el gobierno mexicano y el norteamericano: Ismael Zambada, El Mayo. El número de la revista fue tan exitoso que lo reeditaron meses después. El Mayo le concedió una entrevista Julio Sherer que fue trasladado por los guardaespaldas  del capo a uno de sus escondites en medio del campo; sin que hubiese un solo dato que  permitiera señalar la localización del lugar, a pesar de las fotografías que ilustran el encuentro.

   Scherer ha dedicado buena parte de su trabajo periodístico a reseñar los vaivenes del narcotráfico y de sus personajes más célebres, como lo es la llamada Reina del Pacífico, Sandra Ávila Beltrán,  capturada y luchando contra una inminente extradición a los Estados Unidos, a quien entrevistó en la cárcel; el encuentro con la mujer más buscada de  México fue publicado en Grijalbo Actualidad  en formato de libro en el año 2008. En 2009 la editorial De Bolsillo publicó Máxima Seguridad, Almoloya y Puente Grande; el trabajo ensayístico del libro va de la mano de las entrevistas concedidas por delincuentes de alto riesgo –por razones políticas o del narcotráfico-  que permanecen aislados en condiciones infrahumanas en estos retenes de máxima seguridad; la incomunicación a la que son sometidos los ubica en una situación de animalidad que de forma irreversible. En la última publicación, en 2011 por Grijalbo titulada Historia de muerte y corrupción: Calderón, Mouriño, Zambada, El Chapo y la Reina del Pacífico el autor retoma entrevistas o contactos con personajes que siguen siendo noticia y cuyas vidas van entretejidas de la historia de violencia y corrupción de nuestro país.

   De las publicaciones más recientes, y en orden a una mirada si se quiere subjetiva de quien selecciona los títulos encontrados, aprecio la rigurosa investigación vertida en un estilo que va más allá de la amenidad y que goza de una prosa de tonos líricos y giros metafóricos enternecedores. Fuego Cruzado, trabajo testimonial que recoge las voces sufrientes de quienes han protagonizado las tragedias de encontrarse en los enfrentamientos de matones a sueldo; habla de las víctimas menos vistas: los niños muertos o los huérfanos que vieron caer a sus padres en días soleados que no auguraban ningún contratiempo. A continuación una cita ilustradora de su estilo:
                       …los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán…
                                                                                  …tras…tras…tras…
Carlos Javier caminaba a la tienda a hacer un mandado. A medio camino lo envolvió una balacera. Intentó resguardarse del enjambre de balas. No pudo. Los vecinos y el tendero ya habían atrancado sus puertas. Quedó sin refugio. Se tiró al piso hasta que llegó la ambulancia a recogerlo. Ya muerto, agujereado por varias balas. Tenía nueve años.

                       …agáchese y vuélvase a agachar…

Daniela está en el patio de su colegio. Hace unos minutos se divertía en el recreo. Sabrá la niña de 13 años a qué jugaba y con quién platicaba. Ahora está tirada. Y sangra. Tiene un hoyo en la pierna. Es un balazo. Le cayó del cielo. Salió de un helicóptero.

                       …un bracito ya se le rompió, su carita está llena de hollín…

Liliana acompañaba a su papá de camino a la guardería. Papá e hija juntos ¿puede haber mayor alegría? El ambiente en el auto familiar se tornó denso en un parpadeo. Entró un mosquerío de balas. Una se le incrustó en el cuello. La mató apenas cumplidos los tres años. (2011: 286)
                       
   El contrapunteo de las canciones infantiles que adelantan lo que líneas después describirá la autora, muestran magistralmente el contraste entre lo que un niño debería vivir, los juegos,  las muñecas, saltos, el mundo de la onomatopeya que  convierte la atmósfera en música y alegría y no en el doloroso desenlace que Turati nos narra.

  La autora cierra la cita con los siguientes datos: “Cada mes se cavan al menos 24 tumbas para albergar huesos tiernos en México. Corresponden a los restos  de los “ejecutados” más pequeños y más inocentes del conflicto armado desatado durante el sexenio calderonista. Cosidos a balas, despedazados con explosivos, torturados hasta la muerte, heridos con esquirlas de granadas, asesinados al estilo de la mafia, un niño y una niña caen casi al ritmo de uno por día” (2011: 287).

   Otro ejemplo de la diversidad de discursos vertidos en la  crónica narco es el del testimonio. Al estilo de Relato de un náufrago o La aventura de Miguel Litín clandestino en Chile de Gabriel García Márquez encontramos a Juan Carlos Reyna, joven escritor nacido en 1980 en Tijuana. Su libro Confesión de un sicario publicada por Grijalbo en 2011  narra el largo testimonio de “Drago”, “lugarteniente de un cártel mexicano”. El autor asume la voz del sicario y nos narra en primera persona su experiencia como matón a sueldo. El autor nos aclara en la Advertencia preliminar:

Esta obra reúne las memorias de un hombre que trabajó como asesino para una organización criminal dedicada al narcotráfico. Drago, como será nombrado para no revelar su identidad, acepto reunirse conmigo en nueve ocasiones. Antes de nuestra primera conversación, aclaró que me vería porque pretendía criticar públicamente el Programa de Testigos Colaboradores de la Procuraduría General de la República (PGR), al que perteneció durante nueve años (…) Lo que se omite es un juicio moral acerca de los hechos, personajes u organismos aludidos. El único fin es dar voz al infierno de un sicario. (2011: 19,20)

   La primera oración con la que comienza el relato nos dará cuenta de la línea de todo el libro. Dice el protagonista- narrador: “Lo único que sé hacer es matar”. Los eventos contados, de una sordidez aparatosa, describen detalladamente, sin omisiones ni censuras la vida de un sicario, logrando plasmar un perfil muy completo no sólo de lo que puede realizar y recibir en el mundo tantas veces demencial de la delincuencia. Traiciones, violencia, perversión a niveles incontrolables son el decorado de rigor de lo que allí se narra. Sin embargo también encontramos los visos humanos de aquellos  que han vivido sumidos en  el sinsentido. El sicario explica:

Estar a punto de tener un bebé me hizo pensar que sí había un Dios y me acercó a la Iglesia, a la que empecé a ir de manera asidua, tanto que prácticamente en eso se me fueron los nueve meses de embarazo. Cuando nació mi hijo se me secó la boca y no me atreví ni a cargarlo. ¿Con qué huevos iba a cargar a un bebé si con las mismas manos había ahorcado, disparado y decapitado a familias enteras? Creí que podría ser una persona normal. Pero estaba equivocado. Así como llegó, Medusa se fue. La procuraduría me retiró el apoyo económico tras el cambio de gobierno en 2006. Ni Medusa ni yo le servíamos ya a la procuraduría…(2011: 160-161)

 La producción de los autores mencionados merece un amplio estudio en el que se profundice  en las características de su discurso, sus formas emparentadas con lo literario, la gran ventaja que lo ameno aporta a sus textos y del que, en ocasiones  carece el texto novelístico, cuyo discurso muchas veces coloquial hace del proceso de lectura un trabajo afanoso, alejado de lo que Roland Barthes llamaba el placer del texto.


BIBLIOGRAFÍA

Hernández, Anabel. 2010. Los señores del narco. Editorial Grijalbo. México.
Jaramillo Agudelo, Darío. Editor. 2012. Antología de la crónica latinoamericana actual. Editorial Alfaguara. México.
Ravelo, Ricardo. 2007. Los narcoabogados. Editorial De Bolsillo. Primera reimpresión. México.
_______________. 2009. Osiel. Vida y tragedia de un Capo. Editorial Grijalbo.M-exico.
________________. 2007.Crónicas de sangre. Cinco historias de los Zetas. Editorial De Bolsillo. México.
________________. 2008. Los Capos. Las narco-rutas de México. Editorial De bolsillo. Cuarta reimpresión. México.
Reyna, Juan Carlos. 2011. Confesiones de un sicario. Editorial Grijalbo. México
Rotker, Susana. 2005. Bravo Pueblo. Editorial La Nave Va. Caracas.
Scherer García, Julio. 2008. La Reina del Pacífico: es hora de contar. Editorial Grijalbo. México.
_________________. 2009. Máxima seguridad. Almoloya y Puente Grande. Editorial De Bolsillo. 2009.
________________. 2011.Historia de muerte y corrupción. Mouriño, Zambada, El Chapo y la Reina del Sur. Editorial Grijalbo, México.
Turati, Marcela. 2011. Fuego cruzado. Editorial Grijalbo. México.



 El presente artículo formó parte de uno más extenso publicado en la Revista de la Universidad de Sinaloa Arenas. La presente edición ha sido modificada y reeditada.

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