Guadalupe Isabel Carrillo
“Una
crónica lograda es literatura bajo presión”
Juan
Villoro
La narrativa en
la temática del narcotráfico, experimenta un proceso de elaboración discursiva
de carácter reporteril, las más de las veces,
que fluctúa entre las características propias de la crónica, a una construcción más
elaborada a modo de biografía, de largas entrevistas, de extensos
testimonios que abordan casos reales
prolíficamente detallados recreando historias y
hechos ocurridos en las vidas de los narcotraficantes. Este panorama discursivo nos hace reflexionar
sobre la importancia que ha cobrado el reportaje y, en consecuencia, el
periodismo en su amplio abanico temático, al presentar cotidianamente los
sucesos desgarradores que continúa viviéndose en México y que han modificado el
rostro social, político y cultural de los ciudadanos.
En este tenor, antes de estudiar el discurso
literario novelístico que posee como
objeto de atención el narcotráfico y sus vaivenes más sórdidos, debe
mencionarse el protagonismo de la crónica que llega a los ciudadanos en formato
de revista, y, en los últimos años, también de libro. A partir del año 2000 en que el gobierno de Vicente Fox
declaró la guerra al narcotráfico sin haber diseñado una estrategia de
inteligencia adecuada; el protagonismo de los cárteles, la lucha por los
espacios geográficos y la terrible matanza de civiles y víctimas inocentes ha
generado un obvio y prácticamente necesario estudio del fenómeno, alcanzando
también a la ficción a través de la novela
narco así como al trabajo periodístico de importantes figuras de la prensa
mexicana. Julio Scherer García, Ricardo Rabelo,
Marcela Turati, José Gil Olmos, Anabel Hernández, José Reveles o Juan Carlos
Reyna entre otros prestigiosos nombres, vinculados estos últimos a la revistas Proceso que fundara en los años setenta
Scherer García y que ahora dirige Rafael Rodríguez Castañeda, dan cuenta, desde
disímiles perspectivas de las luchas de los cárteles y de las consecuencias de
esto en una ciudadanía desvalida y anónima, involucrada en una guerra que no
les pertenece.
La crónica: protagonismo y pertinencia
Al referirse a la importancia de la crónica
en la actualidad, Susana Rotker, estudiosa de los grandes problemas que
enfrenta América Latina en el siglo XX y que se refleja en la escritura, anota:
La crónica, género híbrido donde se encuentra el discurso literario y el
discurso periodístico, es el espacio de la escritura que mejor registrada los
cambios sociales, las interrupciones, las experimentaciones del lenguaje y de
la escritura misma. Más elaborada que los textos noticiosos, pero con un
dinamismo y un sentido de urgencia que no tienen otras prácticas escriturarias
de cocción mucho más lenta (como la novela, por ejemplo), la crónica ha sido un
espacio privilegiado y marginal en la cultura latinoamericana desde hace un
siglo, especialmente en los centros urbanos.(2005: 165)
Efectivamente, la divulgación que
editoriales como Grijalbo, Aguilar, Mondadori, Debate, Planeta Mexicana, Temas
de Hoy, De Bolsillo… han venido presentando en formato de libro trabajos de seria investigación que
periodistas mexicanos han llevado a cabo; estos se convierten en la fuente de primera mano que
posee el público en general para entender el fenómeno que aqueja brutalmente al
país y que nos involucra a todos. Susana
Rotker, apuntala aún más la pertinencia
de la crónica y nos permite entenderé la afluencia de la misma en el tópico del
narcotráfico:
La crónica, ni periodismo convencional ni consagrada literatura, es más
bien como un cuento donde todos los datos dependen de la realidad inmediata,
puesta en escena por un autor que nada inventa más que el modo de contar: la
crónica es un medio de escritura privilegiado por su inmediatez, por la
ligereza que permite avanzar y tomar riesgos sin el peso consagratorio de la
literatura, pero con un compromiso con la forma y la expresión propia que nada
tiene que ver con los facilismos formulaicos (sic) del periodismo tradicional,
es un género marginal por su misma condición de hibridez. (2005: 165-166)
A los dichos de
Susana Rotker, se suman los de autores reconocidos como Juan Villoro, cuya
prosa fluctúa entre la ficción novelística y la crónica, o el extraordinario
discurso de Carlos Monsiváis, de entrañable memoria. Encontramos también
jóvenes talentos, entre ellos Fabrizio Mejía Madrid (1968), Alejandro Almazán (1971), que “ha ganado tres veces el premio Nacional
de Periodismo en la categoría de crónica por “Lino Portillo, asesino a
sueldo”,, “Cinco días secuestrada, cinco días de infierno” y “Un buchón no se
retira, sólo hace una pausa” (2012: 636); Carlos López Aguirre (1977), mexicano
de nacimiento, radicado en España; actualmente es profesor del curso virtual de
Narrativa de No Ficción del Laboratorio de Escritura y escribe en su blog http://expresionescronicas.wordpress.com según nos detalla Darío Jaramillo Agudelo,
editor del libro Antología de crónica
latinoamericana actual publicado en
abril del 2012. Justamente en el libro
antes citado Villoro detalla a propósito
de la crónica y sus vínculos con la literatura:
De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad
de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para
situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos
inmodificables; del cuento, el sentido dramático en un espacio corto y la
sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un
final que lo justifica; de la entrevista los diálogos…del ensayo la posibilidad
de argumentar y , conectar saberes dispersos; de la autobiografía el tono
memoriosos y la reelaboración en primera persona. EL catálogo de influencias
puede extenderse y precisarse hasta competir con el infinito. (2012:579)
La infinitud que
menciona Villoro es parte de la flexibilidad del discurso de la crónica que,
aunado a la veracidad y la inmediatez, no deja de lado la elaboración estética
de alta factura ni el tono humano que la temática tocada le exige.
De
los autores más reconocidos –y mencionados líneas arriba- se encuentra Ricardo Rabelo, periodista que
ha desarrollado investigaciones desde hace
décadas sobre los cárteles y sobre la vida de los capos que se han
publicado convertidas en libros biográficos; así encontramos su libro Osiel. Vida y tragedia de un Capo publicado en el 2009; biografía exhaustiva del famoso capo del
cártel del Pacífico, de su caída y extradición a Norteamérica. El autor detalla
en el prólogo de la obra que el uso del género discursivo biográfico le
permitió una cercanía diferente “a la vida de los personajes y su universo”
(2009:14). La mirada inteligente de Ravelo escarba en el mundo de su
protagonista desde una perspectiva más humana y por ello mucho más completa. Su
fluida prosa no está exenta de la sensibilidad necesaria para entender
todos los ángulos del rostro de Osiel.
También escribió Crónicas
de sangre (2007) en la que narra las prácticas violentas y sanguinarias de
manos del ejército de los Zetas; Herencia
maldita, El reto de Calderón y el nuevo mapa del narcotráfico (2008) título
de otro de sus libros en el que no sólo
nos cuenta cómo se ha enfrentado el Estado desde el sexenio de Vicente Fox y en
el ahora dirigido por Felipe Calderón; también se analiza la situación global
del país frente al fenómeno y los entresijos entre el poder y el narco.
A su discurso ameno y fluido, lo acompañan
datos fehacientes y una mirada que pretende ver más allá de la maldad de los
capos; nos muestra una imagen de conjunto en la que vemos a los hombres en su entorno y desde distintas
perspectivas humanas; esto último podría provocar críticas de aquellos que
consideran a los periodistas que cubren los azares del mundo de la droga como
posibles apologistas del narcotráfico; tal ha ocurrido con Julio Scherer, que en uno de los número más polémicos de la Revista Proceso
aparece en la portada fotografiado con uno de los capos más buscados por el
gobierno mexicano y el norteamericano: Ismael Zambada, El Mayo. El número de la
revista fue tan exitoso que lo reeditaron meses después. El Mayo le concedió
una entrevista Julio Sherer que fue trasladado por los guardaespaldas del capo a uno de sus escondites en medio del
campo; sin que hubiese un solo dato que
permitiera señalar la localización del lugar, a pesar de las fotografías
que ilustran el encuentro.
Scherer ha dedicado buena parte de su
trabajo periodístico a reseñar los vaivenes del narcotráfico y de sus
personajes más célebres, como lo es la llamada Reina del Pacífico, Sandra Ávila
Beltrán, capturada y luchando contra una
inminente extradición a los Estados Unidos, a quien entrevistó en la cárcel; el
encuentro con la mujer más buscada de
México fue publicado en Grijalbo Actualidad en formato de libro en el año 2008. En 2009
la editorial De Bolsillo publicó Máxima
Seguridad, Almoloya y Puente Grande; el trabajo ensayístico del libro va de
la mano de las entrevistas concedidas por delincuentes de alto riesgo –por
razones políticas o del narcotráfico-
que permanecen aislados en condiciones infrahumanas en estos retenes de
máxima seguridad; la incomunicación a la que son sometidos los ubica en una
situación de animalidad que de forma irreversible. En la última publicación, en
2011 por Grijalbo titulada Historia de
muerte y corrupción: Calderón, Mouriño, Zambada, El Chapo y la Reina del
Pacífico el autor retoma entrevistas o contactos con personajes que siguen
siendo noticia y cuyas vidas van entretejidas de la historia de violencia y
corrupción de nuestro país.
De las publicaciones más recientes, y en
orden a una mirada si se quiere subjetiva de quien selecciona los títulos
encontrados, aprecio la rigurosa investigación vertida en un estilo que va más
allá de la amenidad y que goza de una prosa de tonos líricos y giros
metafóricos enternecedores. Fuego
Cruzado, trabajo testimonial que recoge las voces sufrientes de quienes han
protagonizado las tragedias de encontrarse en los enfrentamientos de matones a sueldo;
habla de las víctimas menos vistas: los niños muertos o los huérfanos que
vieron caer a sus padres en días soleados que no auguraban ningún contratiempo.
A continuación una cita ilustradora de su estilo:
…los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán…
…tras…tras…tras…
Carlos Javier caminaba a la tienda a hacer un mandado. A medio camino lo
envolvió una balacera. Intentó resguardarse del enjambre de balas. No pudo. Los
vecinos y el tendero ya habían atrancado sus puertas. Quedó sin refugio. Se
tiró al piso hasta que llegó la ambulancia a recogerlo. Ya muerto, agujereado
por varias balas. Tenía nueve años.
…agáchese y vuélvase a agachar…
Daniela está en el patio de su colegio. Hace unos minutos se divertía en
el recreo. Sabrá la niña de 13 años a qué jugaba y con quién platicaba. Ahora
está tirada. Y sangra. Tiene un hoyo en la pierna. Es un balazo. Le cayó del
cielo. Salió de un helicóptero.
…un bracito ya se le rompió, su carita está
llena de hollín…
Liliana acompañaba a su papá de camino a la guardería. Papá e hija juntos
¿puede haber mayor alegría? El ambiente en el auto familiar se tornó denso en
un parpadeo. Entró un mosquerío de balas. Una se le incrustó en el cuello. La
mató apenas cumplidos los tres años. (2011: 286)
El contrapunteo de las canciones infantiles
que adelantan lo que líneas después describirá la autora, muestran
magistralmente el contraste entre lo que un niño debería vivir, los
juegos, las muñecas, saltos, el mundo de
la onomatopeya que convierte la
atmósfera en música y alegría y no en el doloroso desenlace que Turati nos
narra.
La autora cierra la cita con los siguientes
datos: “Cada mes se cavan al menos 24 tumbas para albergar huesos tiernos en
México. Corresponden a los restos de los
“ejecutados” más pequeños y más inocentes del conflicto armado desatado durante
el sexenio calderonista. Cosidos a balas, despedazados con explosivos,
torturados hasta la muerte, heridos con esquirlas de granadas, asesinados al
estilo de la mafia, un niño y una niña caen casi al ritmo de uno por día”
(2011: 287).
Otro ejemplo de la diversidad de discursos
vertidos en la crónica narco es el del
testimonio. Al estilo de Relato de un
náufrago o La aventura de Miguel Litín clandestino en Chile de Gabriel
García Márquez encontramos a Juan Carlos Reyna, joven escritor nacido en 1980
en Tijuana. Su libro Confesión de un
sicario publicada por Grijalbo en 2011
narra el largo testimonio de “Drago”, “lugarteniente de un cártel
mexicano”. El autor asume la voz del sicario y nos narra en primera persona su
experiencia como matón a sueldo. El autor nos aclara en la Advertencia
preliminar:
Esta obra reúne las memorias de un hombre que trabajó
como asesino para una organización criminal dedicada al narcotráfico. Drago,
como será nombrado para no revelar su identidad, acepto reunirse conmigo en
nueve ocasiones. Antes de nuestra primera conversación, aclaró que me vería
porque pretendía criticar públicamente el Programa de Testigos Colaboradores de
la Procuraduría General de la República (PGR), al que perteneció durante nueve
años (…) Lo que se omite es un juicio moral acerca de los hechos, personajes u
organismos aludidos. El único fin es dar voz al infierno de un sicario. (2011:
19,20)
La primera oración con la que comienza el
relato nos dará cuenta de la línea de todo el libro. Dice el protagonista-
narrador: “Lo único que sé hacer es matar”. Los eventos contados, de una
sordidez aparatosa, describen detalladamente, sin omisiones ni censuras la vida
de un sicario, logrando plasmar un perfil muy completo no sólo de lo que puede
realizar y recibir en el mundo tantas veces demencial de la delincuencia.
Traiciones, violencia, perversión a niveles incontrolables son el decorado de
rigor de lo que allí se narra. Sin embargo también encontramos los visos
humanos de aquellos que han vivido
sumidos en el sinsentido. El sicario
explica:
Estar a punto de tener un bebé me hizo pensar que sí
había un Dios y me acercó a la Iglesia, a la que empecé a ir de manera asidua,
tanto que prácticamente en eso se me fueron los nueve meses de embarazo. Cuando
nació mi hijo se me secó la boca y no me atreví ni a cargarlo. ¿Con qué huevos
iba a cargar a un bebé si con las mismas manos había ahorcado, disparado y
decapitado a familias enteras? Creí que podría ser una persona normal. Pero
estaba equivocado. Así como llegó, Medusa se fue. La procuraduría me retiró el
apoyo económico tras el cambio de gobierno en 2006. Ni Medusa ni yo le
servíamos ya a la procuraduría…(2011: 160-161)
La producción de los autores mencionados
merece un amplio estudio en el que se profundice en las características de su discurso, sus
formas emparentadas con lo literario, la gran ventaja que lo ameno aporta a sus
textos y del que, en ocasiones carece el
texto novelístico, cuyo discurso muchas veces coloquial hace del proceso de
lectura un trabajo afanoso, alejado de lo que Roland Barthes llamaba el placer
del texto.
BIBLIOGRAFÍA
Hernández,
Anabel. 2010. Los señores del narco.
Editorial Grijalbo. México.
Jaramillo Agudelo,
Darío. Editor. 2012. Antología de la
crónica latinoamericana actual. Editorial Alfaguara. México.
Ravelo, Ricardo.
2007. Los narcoabogados. Editorial De
Bolsillo. Primera reimpresión. México.
_______________.
2009. Osiel. Vida y tragedia de un Capo. Editorial
Grijalbo.M-exico.
________________.
2007.Crónicas de sangre. Cinco historias
de los Zetas. Editorial De Bolsillo. México.
________________.
2008. Los Capos. Las narco-rutas de
México. Editorial De bolsillo. Cuarta reimpresión. México.
Reyna, Juan
Carlos. 2011. Confesiones de un sicario.
Editorial Grijalbo. México
Rotker, Susana.
2005. Bravo Pueblo. Editorial La Nave
Va. Caracas.
Scherer García,
Julio. 2008. La Reina del Pacífico: es
hora de contar. Editorial Grijalbo. México.
_________________.
2009. Máxima seguridad. Almoloya y Puente
Grande. Editorial De Bolsillo. 2009.
________________.
2011.Historia de muerte y corrupción.
Mouriño, Zambada, El Chapo y la Reina del Sur. Editorial Grijalbo, México.
Turati, Marcela.
2011. Fuego cruzado. Editorial
Grijalbo. México.
El presente artículo formó parte de uno más extenso publicado en la
Revista de la Universidad de Sinaloa Arenas.
La presente edición ha sido modificada y reeditada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario